Francia

Nuevo libro afirma que el halal es una “tradición inventada”, no un pilar del Islam

El mercado hahal está en crecimiento desde los años ochenta. Pero, según la antropóloga Florence Bergeaud-Blackler, autora del libro ‘El mercado halal o la invención de una tradición’, comprar halal no es una obligación religiosa.

La industria halal mundial genera 1.214 de euros (1.3 billones de dólares) al año.
La industria halal mundial genera 1.214 de euros (1.3 billones de dólares) al año. Philippe Huguen/ AFP
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Alimentos, cosméticos, ropa, bancos… La etiqueta del halal está en todas partes. Pero, ¿es una obligación religiosa? Según Bergeaud-Blackler, no.

Aunque el Corán y la Sunnah (las enseñanzas y prácticas del Profeta Mahoma) prohíben explícitamente el cerdo, la sangre y el alcohol, no imponen reglas que dicten parámetros de comportamiento.

Hay, sin embargo, una condición con respecto a la matanza adecuada de los animales, que debe darse "... durante la caza o con el sangrado en la garganta o el esternón", escribe Bergeaud-Blackler en su libro.

El mercado halal es una "tradición inventada" que apareció por primera vez a principios de la década de 1980, explica, fomentando una teoría previamente desarrollada por el historiador británico Eric Hobsbawm.

"Comer halal se presenta hoy como una práctica obligatoria para los musulmanes, a pesar de que el término no existía en el mundo musulmán antes de que fuera exportado por los países desarrollados", dijo a FRANCE 24.

Según Bergeaud-Blackler, quien durante los últimos 20 años estudió el halal, el mercado floreció especialmente en los países no musulmanes debido, en parte, a la inmigración.

"Hay una encuesta reciente del Instituto Montaigne que demuestra que el 40 por ciento de la población musulmana de Francia piensa que comer halal es un pilar del Islam, lo cual es falso", dijo.

En realidad, la industria alimentaria halal es un producto de la "convergencia aleatoria del neofundamentalismo y el neoliberalismo" a principios de los años ochenta, explicó Bergeaud-Blackler.

"En ese momento, estas dos ideologías eran dominantes en la escena internacional. Su convergencia cambiaría la definición teológica de halal de "recomendado" a "requerido", que es un sello del fundamentalismo", dijo.

El ascenso del halal se remonta al Irán de la posrevolución en 1979, cuando el ayatolá Khomeini prohibió las importaciones de alimentos, en particular la carne, de países no musulmanes. Sin embargo, el líder supremo se vio obligado a reconsiderar su posición, después de que un embargo llevó a la escasez de alimentos.

Khomeini decidió que si Irán tenía que comenzar a importar carne de Occidente nuevamente, insistiría en la "islamización" del proceso de sacrificio. Aunque se establecieron protocolos para la industria alimentaria halal, nunca fueron oficializados por los líderes religiosos.

"El flujo de este mercado es facilitado por la existencia de leyes en los países seculares que reconocen la matanza religiosa, que fue inicialmente establecida para la diáspora judía", dijo Bergeaud-Blackler.

Otros países musulmanes, como los Estados del Golfo, Malasia y Turquía, siguieron los pasos de Irán, establecieron un conjunto cada vez más complejo y expansivo de reglas. Y así nació el consumidor musulmán.

Un mercado que oscila anualmente entre los 5.500 y los 7.000 millones de euros

El mercado halal se convirtió en una especie de ganso que puso su huevo de oro en Francia, que es el hogar de alrededor de 4 a 5 millones de musulmanes, una de las poblaciones más grandes de Europa.

El movimiento económico anual que genera este mercado oscila entre los 5.500 millones y los 7.000 millones de euros, según la Agencia Solis, que se especializa en la investigación comercial étnico-religiosa.

Debido a que no existe una ley que regule el comercio de carne halal, un número creciente de organizaciones ofrecen la certificación de los productos, que deben ser sacrificados y bendecidos en un matadero acreditado por una de tres mezquitas en París, su barrio sureño de Evry o la ciudad suroeste de Lyon. El único problema es que cualquiera puede abrir un negocio de certificación, sin importar si cuentan o no con la aprobación religiosa.

"Los productores están obligados a contratar a un matadero acreditado por una de las tres mezquitas, pero no están obligados a usar una agencia de certificación halal", explica Bergeaud-Blackler en su libro.

Aunque el mercado halal fue sacudido por numerosos escándalos a través de los años, con casos de productos falsamente etiquetados o rastros de cerdo encontrados en embutidos de merguez, chorizo, su éxito no disminuyó en Francia.

Cada vez más y más personas compran halal y cantan sus alabanzas. La creciente popularidad de la industria genera el temor de que pueda ser utilizado por extremistas religiosos, como los salafistas o el movimiento de la Hermandad Musulmana, para promover su interpretación del Islam.

Bergeaud-Blackler: “La confusión entre el halal y la pureza es preocupante”

Comer exclusivamente halal no solo representa el riesgo de limitar a los consumidores en los espacios públicos, sino también de sesgar otras formas de interacción social, según Bergeaud-Blackler.

"La división entre lo que se permite y lo que está prohibido crea ansiedad social y conduce a las ganas de evitarlo", escribe. "Cuando usted solo come halal, no puede invitar a su casa a alguien que no lo come, por temor a la reacción que él o ella pueda tener. Los actos de evasión generalmente van acompañados de una retórica que rechaza esta comida. La confusión entre el halal y la pureza es preocupante".

Bergeaud-Blackler también hace una advertencia contra lo que ella llama "umnique" halal (un término derivado de la palabra árabe para comunidad, ummah), el alimento halal que es hecho para los musulmanes, por los musulmanes.

Hasta el 2005, los no musulmanes eran libres de fabricar productos halal siempre y cuando respetaran las normas tanto nacionales como internacionales. Desde entonces, los Estados del Golfo y Turquía acusaron a Occidente controlar los estándares de producción halal, y lanzaron una especie de "refuerzo tecno-religioso".

"Ellos creen que deberían controlar los estándares de producción halal, desde cómo se financia hasta cómo se consume, lo que daría abriría paso a una economía islámica global que incluya a todos los países musulmanes, así como a las comunidades musulmanas inmigrantes", dijo.

Para algunos, el acto de comprar y consumir productos halal es similar a la conformidad con los preceptos del Profeta. En otras palabras, es una nueva manera de llegar al paraíso eterno.

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