Venezuela

David Uzcátegui: “Asamblea Nacional Constituyente profundiza división en Venezuela”

David Uzcátegui, dirigente del partido opositor venezolano Primero Justicia
David Uzcátegui, dirigente del partido opositor venezolano Primero Justicia El Universal de Venezuela

El dirigente del partido opositor venezolano Primero Justicia, que lidera Henrique Capriles, advirtió que la Constituyente "aumenta la velocidad a la que transitamos un camino totalmente errado".

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FRANCE 24 dialogó en exclusiva con el dirigente del partido opositor venezolano Primero Justicia, David Uzcátegui, sobre la instalación de la Asamblea Nacional Constituyente y sus consecuencias.

¿La Asamblea Nacional Constituyente es una solución a la crisis de Venezuela?

La realización de elecciones para elegir los miembros de una Asamblea Nacional Constituyente, según los parámetros establecidos por el gobierno para la misma, no solamente está demasiado lejos de solucionar los numerosos y complejos problemas que agobian a la Venezuela actual. Muy por el contrario, los agrava y para colmo agrega otros nuevos y bastantes más inquietantes.

El primero de ellos es la profundización de la división nacional. Un país exhausto y sin recursos, que se acerca a las dos décadas de una confrontación que no solamente no ha podido solucionarse, sino que además se agudiza exponencialmente con el paso de los días y amanece más fracturado al día siguiente.

Una Constituyente no soluciona la intrincada situación actual, y las soluciones no tienen en modo alguno por qué pasar por una ANC. Muy por el contrario, este instrumento, impuesto a contrapelo de la voluntad de las mayorías, puede ser profundamente contraproducente y lanzarnos hacia niveles mucho más complejos de los problemas que hoy padecemos.

Entonces, ¿es necesario cambiar la Constitución?

No, incluso, ni siquiera sería necesario cambiar de gobierno. Lo es, sí, cambiar urgente y radicalmente de actitud, de forma de gobernar y de administrar. Sin embargo, la profundización de los errores que hemos visto durante los últimos años, nos hace entender que solamente aumentamos la velocidad a la que transitamos un camino totalmente errado.

Las naciones que con más frecuencia cambian su texto constitucional suelen ser las más inestables y conflictivas; mientras, por su parte, los países que se orientan más hacia el progreso y el desarrollo, suelen tener cartas magnas de muy larga data.

Otro punto que resulta curioso es que este cambio constitucional sea impuesto por el mismo proyecto político que impulsó la Constitución vigente, algo que no tiene mucho sentido, ya que este tipo de situaciones suceden ante golpes radicales de timón.

¿Y por qué se quiere cambiar la actual?

Las respuestas están allí, en la que data de 1999. Si se leyera, y, sobre todo, si se respetara y se pusiera en práctica, saldríamos de muchos de los problemas que nos aquejan hoy.

La voluntad política de parte del gobierno se podría demostrar, por ejemplo, al tomar en cuenta el evento electoral del pasado 16 de julio, organizado y ejecutado impecablemente por la ciudadanía. En la mencionada consulta popular, una cantidad enorme de venezolanos habló contundentemente, pero ha sido invisibilizada y descalificada por quienes hoy mandan.

El gobierno, por su parte, convoca a otra cita electoral sin las bases adecuadas, lo cual ha sido sobradamente discutido tanto en Venezuela como fuera de nuestras fronteras.

Dudamos muy seriamente que la profundización de la forma de gobernar que nos ha traído hasta aquí, nos vaya a sacar de la más compleja situación de la historia republicana. Estamos seguros de que ni la “mejor” Constitución del mundo podrá solucionar nada si no existe la voluntad política para hacerlo.

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