Brasil - Resumen 2017

Por qué el 2018 es un año decisivo para Brasil

El nuevo año llega mientras avanzan las investigaciones contra la corrupción, se define la situación jurídica de Lula da Silva y se perfilan los candidatos para las elecciones presidenciales y parlamentarias.

Reuters
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El año 2017 pasará a la historia en Brasil como uno de los años más dramáticos en el combate contra la corrupción. Esto porque las acusaciones llegaron hasta el propio presidente la república y porque a su paso condujeron a prisión a parlamentarios, políticos de diversos partidos y a algunos de los empresarios más ricos del continente.

Pero según los investigadores, la lucha contra la corrupción continuará en 2018, año en que la ya célebre operación judicial “Lava Jato” entra en su cuarto año, coincidiendo con elecciones presidenciales, parlamentarias y regionales.

El ambiente político para esos comicios es inédito: tres de los presidentes recientes, incluyendo al actual mandatario Michel Temer, están siendo investigados. El expresidente Luiz Inácio Lula da Silva, fue condenado a 9 años de prisión y espera el fallo de su apelación el próximo 24 de enero.

Dos expresidentes de la Cámara de Diputados están en prisión, al igual que el exgobernador del estado de Río de Janeiro y algunos de los empresarios más ricos del continente. Para completar, un tercio del Congreso continúa bajo escrutinio de las autoridades por prácticas corruptas y ha llegado a su nivel más bajo de de aprobación: 60% de los brasileños cree que el Congreso de su país es “muy malo”.

‘Lava Jato’, una operación histórica que develó el sistema de corrupción institucionalizado en Brasil

¿Pero cómo fue el proceso que condujo a este punto? La gigantesca operación ‘Lava Jato’ que comenzó modestamente en el sur del país rastreando lavado de dinero en una cadena de lavaderos de carros y gasolineras, entró en su tercer año en 2017 y llegó a develar el sistema de corrupción institucionalizado que ha funcionado por décadas en Brasil: conglomerados de la construcción, entre ellos Odebrecht, pagaban sobornos a los políticos para obtener contratos en las empresas estatales y leyes favorables a su negocio.

“Brasil es un país donde la impunidad de los poderosos siempre fue una regla. Era muy difícil ver una investigación de altas figuras públicas siendo alcanzadas así, el sistema judicial funcionaba para los pobres pero liberaba a los ricos. Los últimos años hemos visto algo muy diferente a eso y una república solo funciona si la ley es igual para todos, entonces estamos ante algo muy positivo”, explica Bernardo Mello Franco, columnista político del diario Folha de Sao Paulo.

Y esto incluye presidentes y expresidentes, independientemente de su nivel de popularidad. La Policía Federal asegura que el actual presidente Michel Temer recibió 12,3 millones de dólares  en sobornos a cambio de gestionar el otorgamiento de contratos de Petrobras y otras compañías estatales. También ha sido acusado de pagar para mantener el silencio de un presunto cómplice en estos negocios, el expresidente de la Camara de los Diputados, Eduardo Cunha, quien el año pasado fue sentenciado a 15 años de prisión por corrupción y lavado de dinero.

Temer ha sido  exonerado dos veces por la Camara de  Diputados de ser investigado, sin embargo, es posible que cuando termine su mandato en enero de 2019 enfrente un proceso penal. Temer, sin embargo, ha negado enfáticamente dichas acusaciones.

A su vez, el gran  ícono de los partidos obreros latinoamericanos, el expresidente Lula, fue sentenciado por haber recibido el pago  millonario de la remodelación de uno de sus apartamentos  y sigue bajo investigación por otros cargos de corrupción.

Mientras espera la resolución de su apelación, Lula ha emprendido una intensa campaña política en plaza pública con miras en las presidenciales y con bastante éxito: según la última encuesta de Datafolha, Lula encabezaba los sondeos de intención de voto. Según el expresidente, los juicios en su contra son una persecución política para impedirle que participe en los próximos comicios.

“Muy probablemente Lula va a ser condenado” dice desde Río de Janeiro el abogado Pedro Abramovay, director de Open Society Foundations para América Latina y agrega que “seguramente no va a poder participar en las elecciones, pero mi impresión es que él va a hacer campaña hasta el último momento posible para provocar que esa elección sea sobre él”. Aún se desconoce quién sería el heredero de su capital político, pero nadie duda de su capacidad de movilizar votantes, aún estando condenado por corrupción.

Lo que hizo posible el destape: leyes implementadas desde el gobierno de Lula

¿Pero qué fue lo que permitió que una  operación policial relativamente pequeña llegara a convertirse en uno de los mayores escándalos de corrupción de la historia de ese país, con tentáculos que se extienden por todo el continente?

Paradójicamente, una serie de leyes y prácticas nuevas que empezaron a ser implementadas desde el primer gobierno de Lula han ido fortaleciendo los mecanismos anticorrupción en una democracia relativamente joven, que apenas emergió de las dictaduras en 1985.

“Desde entonces se han aprobado leyes contra el lavado de dinero y contra las organizaciones criminales, se creó la ley de acceso a la información y la forma de elegir procurador cambió. Con todo ello fue surgiendo una nueva generación de funcionarios que tomaron el tema como prioritario y eso generó  un cambio. Al mismo tiempo, la vieja cultura política permaneció intacta y lo que hemos tenido en los últimos años es el choque entre esas dos fuerzas. Esto es lo que tiene al país en esta crisis”, agrega Abramovay.

Entre esas nuevas prácticas judiciales están las delaciones premiadas, gracias a las cuales empresarios multimillonarios, como Marcelo Odebrecht o Joesley Batista, gerente de la productora de cárnicos mas grande del mundo, han sacado de la oscuridad a sus poderosos socios en varias ramas del poder: presidentes, congresistas y políticos de todos los partidos.

Estas delaciones premiadas no están exentas de polémica. A cambio de sus valiosas confesiones, los delatores  han obtenido sustanciales beneficios en sus penas dejando en la población la impresión de que al fin de cuentas, estos cómplices escaparán del castigo que merecían. Por ejemplo, Marcelo Odebrecht recientemente recibió el beneficio de casa por cárcel, que disfruta en compañía de sus familiares en una mansión del exclusivo barrio Morumbi, en Sao Paulo.

El clima político para los comicios de 2018 y el fenómeno Bolsonaro

Según los expertos, con la casta política comprometida en los escándalos de corrupción y con los tres partidos más grandes como los más afectados por las investigaciones, el terreno es fértil para que este año de elecciones se presenten varios tipos de fenómenos.

Por un lado, la situación puede facilitar el surgimiento de populismos, pero alimentado con las altas cifras de violencia que azotan Brasil (60 mil homicidios al año, según cálculos de 2016) una opción es que la  balanza se incline hacia la derecha. En ese extremo se encuentra un político al que muchos llaman el “Trump brasileño”, el  diputado federal Jair Bolsonaro.

“Bolsonaro representa una novedad en la política brasileña porque es la emergencia de una extrema derecha que inclusive defiende los años de la dictadura militar y la represión cruel. Brasil ha sido un país con alternancia de poder entre políticos un poco más a la izquierda o un poco más a la derecha pero siempre cerca  al centro. Bolsonaro defiende  posiciones  radicales e inclusive ha llegado a defender la tortura como método de investigación. Todo esto sumado al descrédito de los políticos  tradicionales, y el aumento de la violencia crea un espacio para ese mensaje radical”, opina Mello Franco.

Los analistas coinciden en que no se debe desestimar la fuerza de Bolsonaro, en tiempos en los que contrario a las encuestas, se hicieron realidad el Brexit y la elección de Donald Trump. Sin embargo, los expertos también resaltan con esperanza la emergencia de nuevas fuerzas ciudadanas, que podrían tomar impulso en medio de estos nuevos vientos políticos y sociales.

André Barrence es miembro del movimiento ciudadano Agora que fue creado hace un año por profesionales destacados en diversas áreas sin filiación partidaria y con el objetivo de promover una agenda ciudadana en las discusiones políticas del país.

Para Barrence, un joven emprendedor del área de la tecnología radicado en Sao Paulo, lo importante no es solo que venga una renovación del Congreso y de las demás instancias de gobiernos locales y regionales en las elecciones de este año, sino que se pueda instalar una agenda de trabajo de largo plazo que ayude a la construcción de un Brasil más igualitario, menos corrupto y más progresista, independientemente del partido de gobierno.

“Queremos impactar la agenda pública y promover acciones políticas a través de la participación de ciudadanos comunes… Vemos que es necesario crear un ecosistema de participación política en Brasil. Ha llegado el momento de un cambio, sin duda. Pero el tamaño del cambio o en qué proporción va a ocurrir en las elecciones de 2018 es algo sobre lo que todavía no tenemos mucha claridad, pero más que el tamaño del cambio lo que nos interesa es la calidad”, expresa Barrence.

Sin duda, 2018 ofrece una ventana de oportunidad para Brasil. Cuánto están dispuestos los brasileños a atravesar, es algo que se verá a lo largo del año.

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