Francisco en Chile

Visita del papa Francisco a Chile, ¿la peor de su pontificado?

 El papa Francisco es recibido por la Presidenta de Chile, Michelle Bachelet (cubierta) durante una ceremonia en el Palacio Presidencial de La Moneda en Santiago, Chile, 16 de enero de 2018.
El papa Francisco es recibido por la Presidenta de Chile, Michelle Bachelet (cubierta) durante una ceremonia en el Palacio Presidencial de La Moneda en Santiago, Chile, 16 de enero de 2018. Vincenzo Pinto / Reuters

Sucesivas manifestaciones, ataques a iglesias, amenazas explícitas al papa y escasa presencia de público: el papa Francisco fue recibido en Chile de una manera muy distinta a la que está habituado.

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Días después de que el papa Francisco dejara Chile en su primera visita oficial, varios medios locales e internacionales se cuestionan si esta fue la peor visita del papa Francisco a un país extranjero desde que asumiera como santo pontífice, en 2013.

La verdad es que esta ha sido de todo menos una visita sencilla para el primer papa latino a un país en el que estudió durante más de un año y al que se había declarado cercano. A la sucesión constante de todo tipo de protestas (en defensa de las víctimas de abuso sexual, a favor del aborto, de los pobres, manifestaciones de diversos colectivos de izquierda, o contra los inmensos gastos de la gira) fue acompañado por el no menor preocupante número de ataques a iglesias católicas durante su visita, un total de 12 desde pocos días antes de su llegada, con algunas de ellas quemadas y con muchas con daños parciales.

¿Fue esta la peor visita del papa a un país extranjero? “La gira del papa en Chile fue una visita sin precedente en los casi cinco años de su papado. Fue la primera vez que se han atacado iglesias católicas durante una visita papal y esto en un país de herencia católica. Más aún, un grupo extremista le amenazó de muerte”, explica a France24 Andrew Chesnut, director de Estudios Católicos de la Virginia Commonwealth University en Estados Unidos, en referencia a un folleto dejado en el ataque a la iglesia Santa María de Hungría en la comuna de Estación Central, en Santiago, en la que aparecía la inscripción: “papa, las próximas bombas serán en tu sotana”.

Casos de pederastia opacaron la visita del papa Franciscsico a Chile

Varias iglesias de Santiago aparecieron rayadas con grafittis en las que se podía leer acusaciones como “pedofilia” o “cómplice”, en referencia a una de las heridas abiertas aún más sangrantes entre la comunidad católica en Chile, los casos de pederastia, que tienen en el centro de su ira al sacerdote Fernando Karadima, perteneciente a la élite chilena, y solamente condenado por la iglesia , no por lo civil, a una vida de “oración y penitencia”.

“La iglesia chilena ya venía perdiendo fieles desde los 70, pero el caso Karadima de abuso sexual ha acelerado el declive y justo cuando parecía que el papa Francisco había hecho bastante para reparar el daño, ofreciendo disculpas por el dolor causado a los niños y hasta derramando lágrimas durante un encuentro con las víctimas, borró toda esa buena voluntad que había creado al realizar una vigorosa defensa del polémico obispo Juan Barros, quien formaba parte del círculo interno de Karadima”, analiza Chesnut.

“Como cometió ese error de defender a Barros durante el último día en Chile, esta será la imagen más fuerte de su visita, la que quede en la memoria colectiva chilena”, señala.

Muchos otros coinciden con esa visión, algo que ha dejado un gusto amargo en el país durante la visita del sumo pontífice y ha demostrado que la fractura dentro de la Iglesia Católica chilena es más fuerte de lo que se creía.

“Este es un tema que ha causado mucha división en la iglesia chilena. La presencia del obispo Barros ha teñido la visita del papa Francisco, la contaminó”, explica a France24 Germán Silva, analista político de la Universidad Mayor.

“Y el obispo Barros, con independencia de si es culpable o no, era un hombre muy cercano a Karadima, que es el símbolo de los abusos reitarados por muchos años y que es una persona de la élite chilena que gozaba de mucho prestigio, y que de alguna manera se ha convertido en el rostro del abuso” en el país, explica Silva. “Yo creo que esto va a tener un costo político muy importante para el papa Francisco, no solo a nivel de Chile, sino a nivel mundial”, concluye.

Lo cierto es que las repercusiones a las duras palabras del papa Francisco al defender al obispo Barros no se han hecho esperar. El sumo pontífice dijo que era una calumnia las acusaciones contra Barros, por no tener pruebas en su contra.

Este sábado 20 de noviembre el principal asesor en materia de abusos sexuales del papa Francisco, el cardenal antipederastia Sean O’Malley, arzobispo de Boston, criticó duramente a su superior al señalar que no sabía por qué “escogió las palabras particulares que usó” y que estas fueron “fuente de gran dolor para los sobrevivientes de abuso sexual” ya que “relegan a los sobrevivientes al exilio desacreditado”, a la vez que insistió en que el papa Francisco “reconoce plenamante los flagrantes fracasos de la iglesia y sus clero, que maltrataron a los niños y el impacto devastardor que esos crímenes han tenido en los sobrevivientes y sus seres queridos”.

Persiste la mala imagen de la Iglesia Católica chilena

Si el papa Francisco viajó a Chile para lavar la mala imagen que tiene en el país la Iglesia Católica, una institución que fue respetada en el pasado por su valiente y dura oposición a la dictadura de Augusto Pinochet (1973-1990), las últimas palabras del Pontífice han conducido a hundirla aún más.

“Aquí hay un elemento central, que hay que interpretar a la luz de una situación general. La iglesia chilena ha perdido prestigio y la confianza en el conjunto de la gente ha descendido como en ningún otro país de América Latina. Eso explica también el conjunto de elementos que tiene que ver con la escasa presencia de público en la calle, porque la gente está enojada, el chileno medio, aún siendo católico, se ha distanciado de la Iglesia”, explica a France 24 Cristian Parker, doctor en Sociología del Instituto de Estudios Avanzados de la Universidad de Santiago.

Las comparaciones son odiosas, pero se ha tardado poco tiempo en señalar la diferencia entre el recibimiento a Francisco en territorio chileno y peruano. “Perú recibió al papa Francisco con el fervor que no hubo en Chile”, tituló el diario argentino La Nación, cuya corresponsal, Elisabetta Piqué, lleva mucho tiempo siguiendo al papa Francisco.

La periodista recalca que a diferencia de sus otros viajes a América Latina “no hubo ambiente en las calles, que brillaron por la escasez impresionante de gente” pese a que se decretó feriado. “Hasta hubo más clima en Bangladesh, país de mayoría musulmana visitado por el papa en diciembre pasado”, escribió en un artículo publicado en La Nación. Piqué, no dudo en comentar a la prensa chilena que la asistencia de público “había sido bastante decepcionante”.

“La Iglesia no se adecúa a los signos de los tiempos, a la cultura que estamos viviendo, que exige transparencia, coherencia y que aquello que se predica efectivamente se practique”, señala por su lado Parker. “Esto va a empañar la visita de Francisco porque todo lo otro que ha dicho va a estar nublado por esto”, concluye.

“En los hechos concretos, no en el discurso, el papa no trajo paz a Chile, de hecho, trajo más incendio para la diócesis de Osorno respaldando no solamente públicamente al obispo Juan Barros sino generando mayor confusión al señalar que no hay ninguna prueba”, explicó a una televisión local Juan Carlos Claret, vocero de los Laicos de Osorno el grupo que lleva años luchando contra los escándalos de abusos en el seno de la Iglesia Católica chilena.

“Eso no se llama paz, eso es traer fuego. Y eso hace que Chile sea una visita bastante particular porque cuando el papa ahora se fue de Chile con seguridad dejó menos católicos que antes de que llegara”.

*Patricia Luna es corresponsal de France 24 en Chile

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