Aniversario de la campaña antisemita de 1968 en Polonia entre tensiones con Israel

Varsovia (AFP) –

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El 50º aniversario de la violenta campaña antisemita de 1968 en Polonia, que tiene lugar este mes, llega en un momento de crisis en las relaciones entre Varsovia e Israel y las organizaciones judías sobre la memoria del Holocausto.

La situación actual es fundamentalmente diferente a la de 1968, pero hay un denominador común: la presencia en algunos medios polacos de tendencias antisemitas que se creía que habían sido enterradas para siempre.

En 1968, la caza a los "sionistas" se debía esencialmente a los jóvenes 'apparátchiks' nacionalistas del Partido Comunista que ambicionan los puestos de sus superiores, a menudo judíos. La campaña la lanzó el poder comunista, los servicios de seguridad y los medios.

En 2018, a los dirigentes conservadores polacos se les acusa de querer negar el exterminio judío. Ese no era el objetivo de su ley sobre el Holocausto, mal preparada y mal redactada, sino defender la imagen de Polonia.

Sin embargo, los responsables israelíes ven en ella un intento de impedir que se evoque la participación de ciertos polacos en los crímenes contra los judíos.

"Hoy no es el mismo caso", dice a la AFP el exopositor Adam Michnik, historiador y redactor jefe del gran diario de centro izquierda Gazeta Wyborcza.

"Es verdad que hay parecidos. Se vuelve a construir una imagen de una Polonia asediada por enemigos y esos enemigos son judíos que nos quieren hacer daño", apunta.

- "Corte de manga a Bruselas" -

"Hay un discurso de la derecha nacionalista que a veces recurre a lemas antisemitas, pero es algo marginal".

"En la ley sobre el Holocausto no había intenciones antisemitas", añade Michnik. "Se trataba de otra cosa, de mostrar que Polonia ya no está arrodillada, de hacer un corte de manga a Bruselas y, sobre todo, a los ucranianos", explica.

En 1968, la primera iniciativa llegó de Moscú, ya que los dirigentes soviéticos se sintieron humillados por la victoria israelí sobre sus aliados árabes en la Guerra de los Seis Días de 1967.

Los potenciales "sionistas", esto es, los judíos en el seno del aparato favorables a Israel, se convirtieron en objeto de represalias, lo que convenía perfectamente a los comunistas nacionalistas agrupados en torno al ambicioso ministro del Interior de la época, Mieczyslaw Moczar.

El jefe del Partido Comunista polaco, Wladyslaw Gomulka, casado con una mujer de origen judío, no era antisemita, pero se jugaba su supervivencia y también deseaba deshacerse de los altos mandos del partido, exestalinistas y a menudo judíos, que habían provocado que fuera apartado en 1948.

El grupo nacionalista intentó convencer a Gomulka de que la revuelta estudiantil era liderada hijos de "sionistas".

Gomulka pronunció entonces un "discurso terrible" piensa hoy uno de los dirigentes comunistas de la época, Jozef Tejchma.

"Despertó el antisemitismo. La campaña comenzó, se buscaba a los culpables de la crisis económica, de las dificultades, de los conflictos sociales, y los culpables eran ellos, los otros, los judíos y no la mala política social y económica", explica Tejchma a la AFP.

La purga, lanzada inicialmente en el seno del partido único por los servicios de seguridad, se transmitió a través de artículos de prensa de una inusual brutalidad y de los ataques surgidos de forma espontánea entre el público, cartas anónimas a menudo motivadas por el resentimiento, no tanto respecto a los judíos como a las nuevas élites comunistas con un nivel de vida muy superior al de las clases populares.

En el sistema comunista, a la expulsión del partido le seguía poco después el despido, sobre todo para quienes ocupaban puestos de dirigentes.

Al menos 12.000 judíos polacos salieron en total del país, en principio con destino a Israel pero, en realidad, en la mayoría de los casos intentaron comenzar una nueva vida en Occidente.

Tras la caída del comunismo, todos los gobiernos polacos intentaron mantener unas relaciones excelentes con Israel.