Cumbre Trump - Kim

Cumbre Donald Trump y Kim Jong-un: un camino lleno de tweets

El presidente de EE. UU., Donald Trump, se reunirá con el líder norcoreano Kim Jong-un en Singapur el 12 de junio.
El presidente de EE. UU., Donald Trump, se reunirá con el líder norcoreano Kim Jong-un en Singapur el 12 de junio. Nicholas Kamm, AFP

Los orígenes de la histórica cumbre de este 12 de junio entre el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y el líder norcoreano, Kim Jong-un, atraviesan un sinfín de tweets amenazadores y una improbable reversión de la situación diplomática.

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En septiembre de 2017 nadie hubiera apostado a la celebración, ni siquiera un año después, de una histórica y esperanzada cumbre de paz entre el presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, y el hombre fuerte de Corea del Norte, Kim Jong-un, el 12 de junio en Singapur.

Los dos jefes de estado protagonizaban entonces intercambios de insultos a través de los medios y de las redes sociales. La malograda relación entre ambos países iba en este momento de la mano con los tweets muy poco diplomáticos que encadenaba Donald Trump.

"Senil" vs "cachorro loco"

El presidente de Estados Unidos lanzó las hostilidades el 17 de septiembre pasado, llamando a Kim Jong-un de “rocketman” (hombre cohete) en su red social favorita. Una familiaridad condescendiente que mantuvo al líder norcoreano solo en la dimensión amenazante del arrojador de misiles. Dos meses después de la exitosa prueba de un misil balístico norcoreano, teóricamente capaz de llegar a territorio estadounidense, el mensaje de Donald Trump era claro: Kim Jong-un es ante todo un peligro que debe ser neutralizado.

Pyongyang recibió el mensaje y respondió pocos días después con el mismo tono. Kim Jong-un cuestionó entonces la salud mental de su homólogo estadounidense, usando una expresión que la agencia oficialista de noticias de Corea del Norte luchó para traducir. La KCNA emitió un término inusual - "dotard" - que corresponde a "un estado de senilidad marcado por el declive de las habilidades mentales", de acuerdo con el diccionario en línea Merriam-Webster.

Irritado por la alusión a su edad, Donald Trump retomó su Twitter. Siguió los preceptos del filósofo alemán Arthur Schopenhauer, quien, en la estratagema final de su libro "El arte de tener siempre razón", aboga por ser "personal, insultante y grosero". "¿Por qué Kim Jong-un me llama viejo si yo nunca lo llamaría bajo y gordo?”, replicó el inquilino de la Casa Blanca. Con el fin de seguir en el registro psiquiátrico, agregó sin parpadear que Corea del Norte estaba dirigida por un "loco" quien "deja morir de hambre y mata a sus conciudadanos".

En noviembre, la escalada verbal había dado paso a una nueva provocación balística norcoreana. El régimen probó entonces con éxito un nuevo tipo de misil que ponía, en teoría, todo el territorio norteamericano al alcance del arsenal nuclear de Pyongyang.

Donald Trump había prometido en agosto desatar "fuego y furia" sobre Corea del Norte si Kim Jong-un persistía en susdemostraciones de fuerza nuclear. Cumplió su promesa pero en Twitter y en los medios. Disparando un fuego furioso de nuevos insultos: "hombre cohete" se convierte en " pequeño hombre cohete", y, en la boca del presidente estadounidense, Kim Jong-un no es mejor que un “cachorro loco" ("sick puppy ") .

Tweets injuriosos como estrategia diplomática

La batalla verbal continuó en 2018, año que empezó con una guerra de botones. En su discurso a la nación, Kim Jong-un aseguró de que siempre tendrá el botón nuclear a alcance de mano para lanzar misiles capaces de llegar a los Estados Unidos. Donald Trump había replicado que su botón era más “grande y poderoso y “que [el suyo] funciona".

El clima diplomático no parecía esclarecerse. Pero eso no contaba con los Juegos Olímpicos de Corea del Sur en febrero. Fueron escenario de un acercamiento entre las dos Coreas, un equipo conjunto de hockey y la visita oficial de la hermana de Kim Jong-un a las autoridades de Corea del Sur, lo cual allanó el camino para la cumbre intercoreana en abril.

Un aire tranquilizador flotaba entonces sobre la península coreana y pues Donald Trump no quiso ser apartado del momento. Le pidió al presidente de Corea del Sur, Moon Jae-in, que señale durante su reunión con Kim Jong-un el papel de Washington en este éxito diplomático. Seúl, como buen aliado de Estados Unidos, ejecutó.

El tono también cambió en Twitter. Se acabaron las palabrotas y el líder de Corea del Norte volvió a ser mencionado por su nombre completo en los tweets de Donald Trump. Cuando cayó la noticia, el 9 de marzo, de una posible cumbre entre el presidente estadounidense y el dirigente norecoreano, el empresario, inusualmente contenido, agradeció Kim Jong-un y lo felicitó por su iniciativa.

El inquilino de la Casa Blanca se apresuró a señalar que su enfoque sobre la crisis coreana ha tenido más éxito que sus predecesores. En este punto, las opiniones difieren. Algunos fuertes críticos de la política exterior de Donald Trump reconocen que la combinación de duras sanciones económicas y  de amenazas valió la pena.

La apertura de Corea del Norte durante los Juegos Olímpicos, la cumbre intercoreana y la posibilidad de una reunión entre Trump y Kim se dieron en gran parte como resultado del enfoque del presidente de Estados Unidos", aseguró al Washington Post Ian Bremmer, director del Eurasia Group.

El papel determinante de Seúl

Este enfoque tiene incluso un nombre: la "Teoría de la Locura", popularizado en Estados Unidos bajo el mandato de Richard Nixon a principios del 1970. Consiste en fomentar la imprevisibilidad de la política exterior para alentar a las partes llegar a la mesa de negociaciones, estadando la potencia noramericana en una posición de fuerza. El comportamiento de Donald Trump en Twitter fue, de hecho, un golpe maestro de diplomacia.

Sin embargo, este análisis de los eventos le da demasiado crédito, sugiere al Washington Post Charles K. Armstrong, experto de la península corena en la Universidad de Columbia. Según él, los norcoreanos nunca habrían tomado en serio las amenazas estadounidenses, y estaban convencidos de que los generales evitarían que el presidente estadounidense presionara su "gran botón".

No obstante, aquellos que minimizan el papel de Donald Trump en el cambio de actitud de Pyongyang, resaltan la acción del presidente de Corea del Sur. Moon Jae-in habría aprovechado la actitud agresiva de los Estados Unidos para desempeñar el papel del ‘policía bueno’ al contactar a Kim Jong-un, sugiere The Atlantic. "Asumió importantes riesgos políticos al dar el primer paso y fue recompensado", señala el artículo.

Finalmente, otros sugieren que las demostraciones de fuerza de unos y la política de los brazos abiertos de otros, son solo secundarios. Según esta teoría, sería un desastre natural que habría empujado a Kim Jong-un sobre el camino de la diplomacia. En finales de 2017, la montaña donde se encontraba el principal sitio de pruebas nucleares de Corea del Norte colapsó luego de una nueva explosión en el marco de los ensayos realizados por científicos norcoreanos, afirmaron entonces dos equipos de científicos chinos. El incidente, que nunca fue confirmado por Pyongyang, habría forzado al régimen a detener a su programa nuclear. Sin opción, Kim Jong-un habría entonces decidido de intentar la aventura diplomática.

Artículo adaptado del francés por Tristan Ustyanowski

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