El próximo presidente de México tendrá que enfrentar una economía frágil
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Hace casi una década que la economía mexicana se caracteriza por su tibieza. Y pese a la ofensiva de Donald Trump en contra del libre comercio en la región, a través del cual el país orientó su actividad, el tema se eclipsó de la campaña.
El cuestionamiento del sistema de intercambios internacionales por parte del inquilino de la Casa Blanca no concierne solamente a la Unión Europea y a China. Los países limítrofes de Estados Unidos, Canadá y México, también están padeciendo las posturas de Washington. En particular el país latinoamericano, ya que Donald Trump reprochó a su vecino del sur aprovecharse demasiado del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN).
Vigente desde enero de 1994, este acuerdo generó grandes transformaciones en la economía y la sociedad mexicana. La perspectiva de salida de Estados Unidos abre incertidumbres en cuanto al futuro de ciertos sectores claves del país.
Sin embargo, muchos mexicanos no vieron los frutos del TLCAN. Algunos productos se desarrollaron consecuentemente, pero, los agricultores aún no se recuperaron del golpe originado por esta y la dependencia de la nación a las importaciones se disparó.
Hechos que se suman a una inflación latente que penaliza el poder de adquisición y a una falta de dinamismo en general que provoca un estancamiento de los ingresos de los hogares. Además, las desigualdades en México se mantienen en la misma amplitud desde hace más de una década, un fenómeno sobre el cual tendrá que actuar el próximo Gobierno.
El TLCAN y los 25 años de transformaciones económicas
La decisión de abrir un gran espacio de intercambio de bienes y servicios con las potencias norteamericanas generó cambios sustanciales en México. El país vio crecer con mucha fuerza la producción de automóviles en su suelo, así mismo como la de los componentes electrónicos y farmacéuticos. De manera general, las exportaciones se multiplicaron hacia el norte, a favor del empleo y de la modernización de ciertos sectores.
No obstante, la otra cara de esta política fue la instauración de una dependencia inédita hacia Estados Unidos, el principal cliente de México. Si bien se le abrieron oportunidades a la economía mexicana gracias a su vecino, EE. UU. también llegó en su mercado: más del 37% de las necesidades de México están hoy cubiertas por importaciones, provenientes en su mayoría de Estados Unidos.
Una dependencia que puede provocar también trastornos en la vida cotidiana de los mexicanos. La vinculación al dólar debilita el peso y lo volvió sensible a cualquier agitación. La inflación en México subió al 6% en 2017, duplicándose en comparación al año anterior, lo cual tiene una repercusión sobre el poder de adquisición de los consumidores.
Por otra parte, las salidas comerciales y sus respectivos beneficios se incrementaron, pero la relación de fuerza entre ambas naciones siguió desigual. La potencia estadounidense, mirada desde el prisma del Producto Interno Bruto (PIB), continúa siendo cinco veces más importante que la mexicana.
Adicionalmente, el campo mexicano aún no se levantó del TLCAN. Se estima que unos cinco millones de campesinos perdieron su vía de subsistencia. Una tragedia para ciertas regiones que tuvieron que someterse a la llegada de bienes alimenticios norteamericanos en el marco de este tratado.
Los candidatos a la función suprema mostraron poca audacia frente a la ofensiva de Donald Trump y el peligro que corre este régimen de intercambios. Todos manifestaron querer negociar con el empresario y proteger los intereses mexicanos sin que se haya notado cambios fuertes. Una salida del tratado de EE. UU. generaría sin lugar a duda secuelas para la actividad de México. Sin embargo, podría ser una oportunidad para el país de recentrarse en nuevos ejes, con Latinoamérica o incluso con la Unión Europea, con la cual se firmó recientemente un tratado de libre comercio.
La necesidad de una acción pública para reducir las brechas y la pobreza
El presidente estadounidense anunció querer condicionar las negociaciones del TLCAN a la cuestión de la migración mexicana en su país. Paradójicamente, fue este mismo tratado, según expertos, que causó un aumento de esta inmigración hacia el norte, debido principalmente a lo que engendró en las zonas rurales. Un dato que releva las grandes brechas internas del país.
Al igual que la mayoría de América Latina, México está también enfermo por sus desigualdades. No se notó un empeoramiento sino más bien una estancamiento del fenómeno: el 10% de los más ricos concentran el 35% de los ingresos mientras que el 10% de los más pobres llegan al 1,8%.
Por otro lado, conforme al Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social, el 53,4% de los mexicanos se encontraban en situación de pobreza en 2016 y el 9,4% en pobreza extrema. Lo cual significa que casi 12 millones de mexicanos “disponen de un ingreso tan bajo que, aun si lo dedicase por completo a la adquisición de alimentos, no podría adquirir los nutrientes necesarios para tener una vida sana”, según la definición de la entidad gubernamental.
En el último debate entre candidatos, el favorito de las encuestas, Manuel López Obrador reiteró que la pobreza se empieza a combatir junto a la corrupción, “en donde se acaba la corrupción no hay pobreza”, adelantó. Por su parte, Ricardo Anaya se enfoca sobre los sueldos y la calidad de los empleos para reducir estas desigualdades mientras que el candidato oficialista, José Antonio Meade, propone reforzar las estrategias existentes. Finalmente, Jaime Rodríguez Calderón, alias 'El Bronco', denunció en repetidas ocasiones el supuesto asistencialismo que afecta a México, “hay mucha gente floja en este país”, dijo.
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