Historia – Rusia

Centenario del caso Romanov: un asesinato que suscita “horror e interés”

Retrato de la familia imperial rusa: La gran duquesa Olga, el zar Nicolás II, la gran duquesa Anastasia, el zarévich Alekséi, la gran duquesa Tatiana, la gran duquesa María y la zarina Alejandra Fiódorovna.
Retrato de la familia imperial rusa: La gran duquesa Olga, el zar Nicolás II, la gran duquesa Anastasia, el zarévich Alekséi, la gran duquesa Tatiana, la gran duquesa María y la zarina Alejandra Fiódorovna. Lehtikuva, AFP

Durante la noche del 16 al 17 de julio de 1918, el último zar de Rusia, Nicolás II y su familia fueron ejecutados en Ekaterimburgo. Cien años después del evento, el asesinato continúa suscitando numerosas especulaciones.

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Durante la noche del 16 al 17 de julio de 1918, el último zar de Rusia, Nicolás II y su familia fueron ejecutados en Ekaterimburgo. Cien años después del evento, el asesinato continúa suscitando numerosas especulaciones.

El 21 de julio de 1918, el periódico ‘Le Gaulois´ anuncia, según una información directa de los Soviéticos que “el Zar habría sido asesinado”. El mismo día, el periódico ‘Le Figaro’ transmite la misma noticia, explicando que el hecho fue el 16 de julio. Los dos aseguran que la zarina (consorte del zar) y el zarévich (primogénito del zar) están en un lugar seguro pero no mencionan a las 4 hijas de la pareja imperial.

Cien años después, la desaparición de la familia imperial de Rusia sigue siendo noticia. Historiadores, escritores e investigadores aficionados siguen discutiendo lo que pasó realmente en la casa Ipátiev en Ekaterimburgo la noche del 16 al 17 de julio de 1918. ¿Toda la familia imperial ha sido ejecutada? ¿Han salvado algunos miembros? ¿Qué ha pasado con sus cuerpos?

Para este aniversario, el historiador Nicolas Ross ha publicado un nuevo libro ‘Ils ont tué le Tsar’ (‘Han matado al zar’, en español) donde deja hablar, con testimonios y documentos oficiales, los que han hecho el delito. “La idea era mostrar el punto de vista de los que han cometido estas acciones, por qué lo han hecho, quiénes eran, sus origines y cómo trataban a la familia imperial”, explica el experto de Rusia.

Los detenidos de la casa Ipátiev en Ekaterimburgo

El zar Nicolás II reinaba sobre Rusia desde la muerte de su padre en 1894. Tenía, con su esposa Alejandra Fiódorovna, cinco hijos: Olga, Tatiana, María, Anastasia y Alekséi. En febrero de 1917 empezó una ola revolucionaria en Rusia que forzó el zar a abdicar al mes siguiente.

La familia fue evacuada a Siberia, pero la situación se complicó en octubre del mismo año cuando sucedió la Revolución bolchevique. Nicolas Ross cuenta que “fueron transferidos a Ekaterimburgo, ciudad obrera donde los Bolcheviques eran muy poderosos” y donde la familia fue supervisada de manera estricta.

Las circunstancias se volvieron trágicas. Las tropas hostiles a los bolcheviques se estaban acercando de la ciudad y las autoridades en Moscú decidieron ejecutar a los detenidos de la casa Ipátiev. “La idea del poder central de Moscú, de Lenin y de Iakov Sverdlov (presidente del consejo ejecutivo central) era de deshacerse de todos los Romanov, de este símbolo muy fuerte de la vieja Rusia”, añade el experto.

La familia imperial unos días antes de su asesinato en Ekaterimburgo
El autor de ‘Ils ont tué le Tsar’ describe la vida en la casa del comerciante Nicolái Ipátiev, donde fueron detenidos los Romanov, como “una atmósfera de angustia”. La familia se queda muy unida, “son personas que han elegido estar juntos en todas circunstancias”, dice. France Presse Voir, Weltbild / AFP

La familia fue despertada a la una de la tarde durante la noche del 16 julio. “Los soldados les pidieron vestirse porque había el riesgo de un ataque. Les ordenaron descender en un cuarto en el entresuelo”, cuenta Nicola Ross.

Los miembros de la familia, y el médico que los acompañaban fueron alineados. El comandante Iako Iourovski leyó una declaración de ejecución y empezaron los disparos. “Duraron unos minutos. Cuando terminaron los disparos, varias víctimas estaban todavía vivas. Hubo que matarlos con pistolas y bayonetas”.

Los cuerpos luego fueron transportados en un sitio cerca de Ekaterimburgo. Pero primero fueron dejados en un pozo. A la mañana siguiente fueron recuperados, rociados con ácido, parcialmente quemados y enterrados en fosas.

Las dudas y los posibles sobrevivientes de la matanza

Aunque no comparte todas las teorías que empezaron después del fallecimiento de la familia Romanov, Nicola Ross entiende por qué surgieron las dudas. “Cuando fueron ejecutados, los periódicos publicaron solamente la noticia del asesinato del zar. Desde los primeros días se había anunciado que el resto de la familia estaba segura”.

Añade que “durante los años siguientes no hubo reconocimiento oficial de la masacre. Esto es una de las causas mayores de la reaparición de ‘pseudo miembros’ de la familia imperial”. Muchas mujeres reivindicaron ser unas de las gran duquesas, como en el famoso caso de Anna Anderson en 1920, quien afirmaba ser la gran duquesa Anastasia.

En 1991 los restos del zar, la zarina y tres de sus hijas fueron descubiertos y numerosas pruebas de ADN confirmaron sus identidades. Funerales de Estado fueron organizados en 1998 en la Fortaleza de San Pedro y San Pablo de San Petersburgo.

El misterio del destino de los otros dos hijos de la pareja imperial fue resuelto en 2007 cuando una segunda fosa fue descubierta. Sin embargo, la Iglesia ortodoxa continúa exprimiendo las dudas sobre la autenticidad de estos restos.

Cien años después de estos eventos trágicos, Nicolás II ha recobrado una gran popularidad, como lo explica el autor pues “en las últimas encuestas sobre las figuras importantes de Rusia en el siglo XX, el zar está en primera posición, antes de Stalin y Lenin”.

“Se ha convertido en una figura positiva. En aquella época él era ‘Nicolás el sangriento’, el que reprimía los disturbios obreros y que hacía colgar a los revolucionarios”, apunta Nicolas Ross.

Sin embargo, él entiende ese cambio pues “hay pocos eventos similares en la historia. Es una ejecución reprobada, restos que son transportados por todos lados, secretos y mentiras. Eso suscita al mismo tiempo horror e interés”.

Con Reuters

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