¿Las latinas confunden el amor con el maltrato?

En esta emisión de ‘Ellas hoy’ hablamos sobre la percepción de la violencia machista por parte de los jóvenes en América Latina. Nuestra invitada fue Damaris Ruíz, una de las autoras del reporte realizado por la ONG Oxfam y titulado: “Rompiendo Moldes: transformar imaginarios y normas sociales para eliminar la violencia contra las mujeres”.

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Las creencias relacionadas con un “amor romántico” que es nocivo y que ejerce control, a diferencia de un compañerismo amoroso, constituyen una de las mayores causas de la violencia machista en América Latina.

Esa es una de las conclusiones de una investigación realizada por la ONG Oxfam, que realizó 4.731 encuestas a jóvenes en ocho países de América Latina.

El estudio evidenció que los jóvenes, a partir de ideas erróneas del amor, tienden a reproducir desigualdades y a justificar o a normalizar situaciones de violencia machista.

En ese contexto los celos se consideran equivocadamente como una demostración de amor y se vuelven comunes los escenarios en los que se controla la forma de vestir de la pareja y sus mensajes en el teléfono celular, o se censuran sus fotos en las redes sociales y se exige constantemente la ubicación de la otra persona, así como sus contraseñas personales.

Las cifras son dicientes. Seis de cada 10 hombres de 15 a 19 años encuestados por Oxfam piensan que celar es una demostración de amor; 65% de ellos piensa que cuando una mujer dice “no” a una relación sexual, en realidad quiere decir “sí”; y siete de cada 10 piensan que la responsabilidad de ser manoseadas o acorraladas es de las mujeres por la ropa que usan.

Para Damaris Ruiz, Coordinadora de Derechos de las Mujeres para América Latina y el Caribe de Oxfam, “La violencia machista es una epidemia”.

Ruiz desarrolló la investigación sobre el tema en conjunto con Belén Sobrino, Asesora Senior de Género de Oxfam Intermón. El reporte se publicó con el título “Rompiendo Moldes: transformar imaginarios y normas sociales para eliminar la violencia contra las mujeres”

El documento dio más de una decena de ejemplos de la cultura machista que se vive en la región y que fueron analizados a partir de tres imaginarios:

1. El deseo sexual a partir de la virilidad masculina y del control de los cuerpos de las mujeres

Un imaginario en el que la mujer es un cuerpo disponible para satisfacer al hombre, obligado a la monogamia, bajo vigilancia permanente y sin capacidad de decisión.

la construcción de la virilidad masculina y su vínculo con la violencia se normaliza cuando “las y los jóvenes creen que los hombres no se pueden controlar, que las mujeres deben cumplir con las expectativas sexuales de ellos aun cuando no lo deseen, y al asumir que las mujeres son cuerpos pasivos” que no deben sentir deseo y que no deben experimentar con libertad su sexualidad.

2. Las violencias que no se nombran y los controles que se confunden con el amor romántico

Un imaginario que argumenta que el hombre debe controlar a la mujer y que falsamente justifica esa idea con afirmaciones como “no es violencia revisar el celular de la mujer” o “no es violencia decirle que ropa usar”.

También se aplica control intrínseco sobre la condición sexual y sobre las preferencias, con ideas como “no es normal que las personas que nacen con genitales masculinos se vistan como mujeres” o “las lesbianas no deberían mostrar su orientación sexual en la calle”.

3. Las opresiones machistas y los supuestos atributos de una buena mujer

En este imaginario es común asumir desde el principio que el hombre es violento y que la mujer debe ser una víctima.

“El 50% de las mujeres y el 38% de los hombres de 15 a 25 años piensan que las mujeres aguantan situaciones de violencia en la pareja porque ellas creen que es normal sufrir violencia, y el 61% de las mujeres y el 55% de los hombres, porque creen que las amenazan con matarlas”.

En estos casos la mujer sigue siendo señalada como responsable exclusiva del cuidado y el hombre es percibido como único proveedor.

Las latinas sufrimos más violencia machista

América Latina y el Caribe, es la región más desigual del mundo, y una de las mayores expresiones de esa brecha es el trato diferente que se da a mujeres y hombres.

A eso se suma que esta es la región más violenta del planeta y eso incluye la mayor violencia contra el género femenino. 14 de los 25 países con mayores tasas de femicidio del mundo están en esta parte del mundo. El informe de Oxfam evidenció que “En 2016, un total de 1831 mujeres fueron asesinadas, y en 2015, 1661”.

Para las investigadoras, es necesario “seguir ejerciendo presión para superar la falta de voluntad política de los gobernantes, aun mayoritariamente hombres”, de modo que se otorgue más presupuesto a la prevención y a la erradicación de la violencia machista.

Otro factor determinante es la movilización para “contribuir a la transformación social, tal como se ha visto bajo la consigna #NiUnaMenos, que logró congregar en protesta a cientos de miles de mujeres, hombres, niñas y niños en torno a los femicidios y/o feminicidios”.

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