TLCAN: ¿quién ganará el pulso entre Canadá y Estados Unidos?
El presidente norteamericano Donald Trump quiere utilizar el acuerdo pactado con México como instrumento para presionar a Canadá y obtener concesiones comerciales. Pero Ottawa está lejos de estar en desventaja.
Primera modificación:
Las apariencias a veces engañan, sobre todo con Donald Trump. El presidente norteamericano fue muy eficaz en presentar el acuerdo pactado con México el lunes 27 de agosto como una terminación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), lo cual deja a Canadá en posición de desventaja. Pero la realidad es más compleja.
Fortalecido tras sus fructuosas negociaciones con el presidente mexicano, Enrique Peña Nieto, el jefe de la Casa Blanca inmediatamente puso presión sobre Canadá, tercer miembro en el seno del TLCAN.
“Les daremos la oportunidad de llegar a un acuerdo (con nosotros)”, dijo, al tiempo que obligaba a su vecino “a imponer derechos arancelarios sobre los automóviles importados desde Canadá”, en caso de que las negociaciones fallen.
Un acuerdo que favorece principalmente a Canadá
Donald Trump aún quiere creer que está en posición de ventaja para imponerle sus condiciones al primer ministro canadiense, Justin Trudeau, y a su principal negociadora, la ministra canadiense de relaciones exteriores, Chrystia Freeland.
En efecto, Trump tiene una ventaja: “Estados Unidos le presentará a Canadá una propuesta que deberá aceptar o rechazar, que fue negociada con México en su ausencia. Es un situación incómoda”, resume Rachel Curran, analista en el gabinete canadiense de la agencia Harper & Associates.
A pesar de esto, Canadá no se sentará a la mesa de negociaciones sin un as bajo la manga. Lo principal es que el acuerdo pactado entre Estados Unidos y México va, en varios puntos, en la dirección deseada por Ottawa. Se trata, sobre todo, del caso de los componentes de los automóviles en las negociaciones: el texto estipula que entre el 40% y el 45% de los componentes de un automóvil deben manufacturarse en un país en el que el salario de los obreros del sector supere los 16 dólares por hora. Esta cláusula desfavorece a México pero debería ayudarle tanto a Estados Unidos como a Canadá.
Además, Justin Trudeau tuvo que haberse alegrado con la decisión de Donald Trump de no volver a negociar el futuro TLCAN cada cinco años. Canadá estima que la incertidumbre inducida por un tiempo de vida tan corto habría sido nefasta para el comercio y el presidente norteamericano parece haber estado de acuerdo con esto porque el acuerdo con México está previsto para durar 16 años.
Ottawa podría aceptar firmar este acuerdo méxico-americano sin temor alguno porque “aún si no se conocen todos los detalles todavía, está claro que beneficia a grandes rasgos los intereses canadienses”, estimó Tim Murphy, abogado de negocios en el gabinete canadiense McMillan LLP, entrevistado por 'Radio-Canadá'.
Canadá ahora es el dueño del tiempo
Si Donald Trump busca venderle a Justin Trudeau cuentos comerciales, Canadá puede también jugar con el tiempo. El presidente norteamericano “quiere obtener una victoria rápida por razones de políticas internas”, afirmó Patrick Leblond, especialista en comercio internacional de la Universidad de Ottawa, entrevistado por el periódico quebequense 'La Presse'. Trump espera poder cerrar el trato del TLCAN a su favor antes de las elecciones de medio término en noviembre 2018.
Porque el TLCAN, a diferencia de las declaraciones de la Casa Blanca, no ha terminado y es Canadá quien puede acabarlo. En efecto, Estados Unidos no puede ponerle fin a un tratado internacional de manera unilateral y aún debe obtener el permiso canadiense para hacerlo.
Donald Trump lo sabe, razón por la cual está buscando reducir el tratado existente a un cascarón vacío, reemplazándolo por el acuerdo mexicano-americano extendido a Canadá, o por dos acuerdos bilaterales. Pero para hacerlo, necesita tiempo. El Congreso norteamericano debe aún validar el texto firmado y Enrique Peña Nieto exigió que el acuerdo entre en vigor antes de que él abandone sus funciones como mandatario de México, a principios de diciembre.
Un problema: el proceso de ratificación norteamericano puede tardar hasta 90 días, así que Donald Trump tendría solo hasta finales de la semana para enviarle el documento a los diputados norteamericanos. Para complicarle aún más la tarea al residente de la Casa Blanca, la mayoría republicana le dejó saber que estaba reticente ante la idea de validar un acuerdo en el que Canadá estuviera excluida.
El pulso de fuerzas no está tan a su favor como Donald Trump quiere hacer creer.
En cuanto a la amenaza de imponer derechos arancelarios sobre las importaciones de automóviles desde Canadá, esta no tuvo mucho impacto. Efectivamente, la mayor parte de esos automóviles son fabricados por General Motors, Ford o incluso Chrysler.
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