En Centroamérica y en Italia: entre la hostilidad y la solidaridad

Riace, una pequeña localidad de la región de Calabria en Italia, era famosa por su política de puertas abiertas a los migrantes y era ejemplo de integración. Sin embargo, el Gobierno italiano no veía con buenos ojos la ayuda a los refugiados.

Domenico Lucano, el alcalde de Riace, fue promotor de un aplaudido sistema de acogida para solicitantes de asilo. Los empleaba, les brindaba formación profesional y los incluía como parte activa de la zona.

Lucano fue detenido, se le acusó de favorecer la inmigración ilegal y tras pasar dos semanas en casa por cárcel, las autoridades le prohibieron vivir en su propio pueblo. Un hecho que ha generado indignación entre migrantes y refugiados, que decidieron salir a las calles para apoyar a su alcalde.

La caravana migrante: 7.000 hondureños desafían a Trump

Las amenazas no han servido de mucho para detener la caravana de migrantes que avanza hacia Estados Unidos. Miles de personas huyen de la violencia y de la falta de trabajo en busca del sueño americano.

El presidente Donald Trump no ha sido indiferente ante la crisis y ha endurecido su postura contra los migrantes. Amenazó a los gobiernos de Centroamérica con recortar su ayuda económica si no detenían la marcha. La advertencia pasó a realidad cuando el mandatario ordenó recortes en la ayuda exterior de Washington a los países del conocido Triángulo Norte: Guatemala, Honduras y el Salvador.

En Centroamérica, Estados Unidos e Italia y en muchas otras partes del mundo, los gobiernos blindan sus fronteras y bloquean a quienes quieren ayudar, pero no ofrecen soluciones reales y a veces, cuando esas soluciones aparecen como en Riace, la reacción es hostil. ¿Por qué?