Berlinale 2019: y el Oso de Oro fue para “Synonymes”, del israelí Nadav Lapid
Tras diez días de cine comprometido, el jurado del festival alemán bañó en oro al director Lapid. Su historia sobre un judío que busca su identidad en París sedujo más que su rival ‘Grâce à Dieu’, que se llevó el Oso de Plata a mejor cinta.
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Parte de la crítica tildó de apagada esta 69 edición de la Berlinale y su oferta cinéfila. Pero la otra cara de la verdad es que el festival alemán no cedió en su compromiso humano. O al menos el jurado, presidido por la actriz francesa Juliette Binoche, y arropado por el chileno Sebastián Lelio, se esforzó en la tarea.
Empezando por la gloria del Oso de Oro, este año se lo apropió el israelí Nadav Lapid con ‘Synonymes’ (‘Sinónimos’). Una historia sobre un exsoldado judío-israelí llamado Yoav, que viaja hasta París para aprender francés casi a la fuerza, y despojarse así de su idioma, de sus propias raíces y de todos sus recuerdos y accidentes –que son muchos, y definen el hilo de la película.
“Las obras de arte no compiten entre sí, se premiará a la película que más necesaria sea para estos tiempos. Y arriesgada”. Estos habían sido los dos requerimientos de Binoche, y se puede decir que ‘Synonymes’ los cumplió, entonando una trama que es un manifiesto de culpa, con el álter ego de un Lapid avergonzado por vestir una nacionalidad: la israelí. Y por eso en Francia, como migrante, busca la promesa repetida de igualdad, fraternidad y libertad; que es lo que anhelan Yoav/Lapid.
Ante el brillo de su dorado Oso, Nadav Lapid deseó que el público vea “la verdad profunda” de su montaje en forma de video-puzzle, y no una “declaración dura y radical”, sino una “declaración humana, existencial y artística” sobre “el problema de qué es el alma colectiva israelí”.
No muy lejos, justo en suelo francés, estaba su rival ‘Grâce à Dieu’ (‘Gracias a Dios’), de François Ozon. Sonaba como favorita entre poca oferta destacada, pero finalmente se llevó el Gran Premio Especial del Jurado, que viene a ser el Oso de Plata especial a la mejor película.
Sin duda, Ozon acertó con la definición de compromiso, con un relato sobre la iglesia católica y los casos de abuso y pederastia que hoy están manchando sus templos. Una denuncia que hace a partir de tres hombres abusados, que son amigos desde la infancia, y descubren que el cura que los agredió aún se rodea de niños y oficia misas. Su denuncia, basado en un caso real en Lyon, los lleva a auto-cuestionarse y a cuestionar su entorno, al que no deja indemne.
“(Esta película) lucha por romper ese silencio de la Iglesia católica” sobre los casos de pederastia, expresó Ozon, quien declaró que no buscaba hacer “una película política”, sino plantear preguntas, sobre las que dijo no tener una solución.
En ese sentido, la película está envuelta de polémica, porque las víctimas en las que se basan están vivas, y el proceso del padre Bernard Preynat, imputado por abusos a 70 menores, no terminará hasta 2020, por lo que su abogado pide que la cinta se estrene una vez se haga sentencia.
Los otros Osos de la noche fueron para…
Por supuesto el cine alemán no se quedó sin premio, que fue a parar en manos de las nacionales Angela Schanelec y Nora Fingscheidt. Mientras la primera logró el Oso de Plata a la mejor dirección por ‘I was at home, but’ (‘Estaba en casa, pero’); la segunda consiguió el Premio Alfred Bauer, en memoria del fundador del festival, con ‘System crasher’.
Es probable que a Binoche y al resto de miembros del jurado no les haya costado tanto elegir los premios a las interpretaciones, ya que antes de pronunciar el veredicto ya tenían nombre. Dichos Osos fueron para el actor Wang Jingchun y la actriz Yong Mei, que son los protagonistas de la cinta china ‘So long, my son’, de Wang Xiaoshuai. Ambos brillan sobre una paternidad herida, cuyo trasfondo son tres décadas de la historia del país y su político del hijo único.
El poco acento hispano-latino que sonó en esta Berlinale lo sirvieron ‘La paranza dei bambini’ (‘Pirañas’), mejor guion basado en una novela de Roberto Saviano sobre una banda criminal napolitana; la argentina ‘Blue Boy’ (‘Chico azul’), de Manuel Abramovich, que ganó el mejor cortometraje; y la española ‘Suc de Síndria’ (‘Zumo de sandía’), de Irene Moray, que se hizo con un nombramiento a los Premios del Cine Europeo por un corto esperanzador sobre la superación del abuso sexual.
La ovación final llegó con una despedida, la de Dieter Kosslick, quien deja su cargo de director del festival, tras 18 años presenciando esta alfombra roja europea. La propia ministra de Cultura, Monika Grütters, dijo sobre él que ha escrito "una página de la historia del cine". La Berlinale de 2020 ya se ha puesto un reto: renovarse, pero incidir en su apuesta comprometida, tal y como hizo Kosslick.
Con EFE
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