Crisis en Venezuela

Los pacientes renales de Táchira, afectados por el bloqueo a la ayuda humanitaria

Un paciente renal se somete a una diálisis en el Hospital Central de San Cristóbal, el 25 de febrero de 2019.
Un paciente renal se somete a una diálisis en el Hospital Central de San Cristóbal, el 25 de febrero de 2019. Juan Carlos Zapata / France 24

Más de 300 personas con insuficiencia renal del estado Táchira, fronterizo con Colombia, esperaban el ingreso de la asistencia para paliar la falta de insumos de los tratamientos de diálisis.

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El ingreso de la ayuda humanitaria proveniente, principalmente, de Estados Unidos a Venezuela tenía como objetivo aliviar el desabastecimiento de insumos y medicamentos que vive el país, como consecuencia de las dificultades para la importación de algunos de esos productos.

Sin embargo, el gobierno de Nicolás Maduro se opuso rotundamente a su entrada, argumentando que detrás del avance de esos cargamentos estaba la intención solapada de una intervención de potencias extranjeras.

Así, el sábado 23 de febrero, cuando la oposición venezolana en la ciudad colombiana de Cúcuta puso en marcha su operativo para forzar el avance de los camiones con productos, las fuerzas chavistas (conformadas tanto por Guardia Nacional Bolivariana como por los colectivos armados) cerraron el paso en los puentes fronterizos y todo terminó en violentos enfrentamientos.

Al margen del impacto político y la repercusión global de esos episodios, existen grupos sociales que vieron frustrada la posibilidad de encontrar un paliativo a los faltantes que vive la nación petrolera.

Entre los afectados están los pacientes renales del estado Táchira, en la frontera colombo-venezolana. Más de 300 de ellos contaban con que el ingreso de la ayuda humanitaria les diera un respiro en las dificultades que tienen para conseguir insumos y medicamentos necesarios para los tratamientos de diálisis.

En total, según un relevamiento realizado por la Fundación Pacientes Renales del Táchira, hay alrededor de 332 pacientes que se tratan en cuatro unidades extrahospitalarias y dos hospitalarias, entre ellas, el Hospital Central de San Cristóbal, la capital estatal.

“La esperanza nuestra era que entrara la ayuda humanitaria para ayudar a paliar la falta de insumos. Venían productos para pacientes renales y para los enfermos crónicos de cáncer. Esa ayuda es para salvar vidas”, consideró Hernán Rodríguez, miembro de la Fundación Pacientes Renales del Táchira.

“Ahora nos encontramos algo frustrados y estamos a la espera de que ingrese”, confesó.

Falta de insumos y máquinas en desuso, parte del escenario en las unidades renales

Según explicó Hernández, la situación para los pacientes renales en Táchira “es muy grave” porque “la falta de insumos médicos y operativos de las máquinas nos han afectado los tratamientos”.

“Los aparatos tienen los filtros vencidos desde 2017 y no se consiguen en el país. No tenemos insumos como eritropoyetina, que es para ayudar a elevar la hemoglobina, o la vancomicina, que es uno de los antibióticos. Nosotros tenemos que costear algunas soluciones para entrar a la diálisis. A veces nos solicitan adhesivos, inyectadoras”, subrayó.

Según explicó Hernández, las diálisis “deben realizarse tres días a la semana por cuatro horas”, pero la escasez obligó a, en algunos casos, efectuar “dos diálisis por semana de tres horas solamente”.

Esta situación afecta la salud de los pacientes y, de persistir, puede tener consecuencias fatales.

“El problema es que la persona se va descompensando, se va hinchando, no elimina proteínas, toxinas, líquidos. A raíz de todo esto, la persona se descompensa, se pone grave y, en estas últimas dos semanas, ya han fallecido siete pacientes por falta de diálisis”, señaló Hernández.

El Hospital Central de San Cristóbal, entre la escasez y las fallas de infraestructura

La Unidad de Nefrología del Hospital Central de San Cristóbal, principal receptora de pacientes renales en la capital del estado Táchira, cuenta con once máquinas para diálisis, pero sólo cinco de ellas se encuentran operativas. Y entre ellas, tres están destinadas a pacientes con VIH, hepatitis C y hepatitis B, pero sólo esta última está funcionando ante las dificultades para conseguir los repuestos de aquellos elementos que se averían.

La jefa de esa unidad, Consuelo Labrador, admitió que “hacen falta medicamentos, catéteres”, pero aclaró que “los insumos básicos han llegado”. “Nunca hemos tenido que dejar de dializar. Siempre tuvimos escasez de material, pero el Instituto Venezolano de los Seguros Sociales se encarga de más o menos repartirlos”, sostuvo.

La médica indicó que el hospital “es una unidad de referencia para pacientes renales” en la región, sobre todo para aquellos que sufren complicaciones, y “debemos tener capacidad para recibirlos”.

En ese sentido, destacó que la principal complicación en la entidad médica es “el techo y (la falta de) aire acondicionado”. El cielorraso del lugar tiene múltiples filtraciones en las salas de atención, lo que conlleva “riesgos de cortocircuitos eléctricos y contaminación”. A su vez, al no tener refrigeración, las diálisis se llevan a cabo sin contar con las condiciones de esterilidad adecuadas.

“La unidad está activa por las necesidades (…) Tenemos que mantener el servicio. Pero son problemáticas graves. Aún así mantenemos el servicio mientras no llueva”, detalló.

Según explicó Labrador, los inconvenientes en el techo se vienen arrastrando “desde hace aproximadamente tres años” y explicó que “se ha solicitado el arreglo pero no se ha conseguido una respuesta satisfactoria”.

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