Elecciones Europeas 2019

Cambio de rumbo político en Alemania de cara a las elecciones europeas

Los partidos mayoritarios en Alemania no logran detener su caída. El desplome en la intención de voto de las principales fuerzas beneficia a Los Verdes y al AfD, que ganan fuerza en la escena política.

Los delegados del partido de extrema derecha Alternativa para Alemania (AfD) votan en la reunión del partido para decidir el programa electoral y elegir candidatos antes de las elecciones europeas.
Los delegados del partido de extrema derecha Alternativa para Alemania (AfD) votan en la reunión del partido para decidir el programa electoral y elegir candidatos antes de las elecciones europeas. Monika Skolimowska / DPA / AFP
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A tres meses para las elecciones europeas, que se celebrarán a finales de mayo, la campaña electoral comienza a tomar forma. Ya se conocen las listas y sus candidatos. También es el tiempo de las encuestas preelectorales. En Alemania se dio a conocer a principios de mes un sondeo que dejó preocupados a varios partidos políticos. En especial, a los mayoritarios. Se trata de la Unión Demócrata Cristiana (CDU), la fuerza de la canciller Merkel, y del Partido Socialdemócrata (SPD).

Ambos son quienes desde 2013 gobiernan el país en Gran Coalición, una alianza que pierde popularidad de manera acelerada: apenas el 35% de los alemanes están contentos con esa Administración, según un sondeo de Infratest dimap publicado a finales de enero.

Según la última encuesta del instituto INSA sobre la intención de voto para los comicios europeos, la CDU recibe el 30% de los apoyos. Un número que representa una caída de más de cinco puntos respecto al resultado de 2014 (35,3%). Mucho peor posicionado aparece el SPD. Con apenas 15% de intención de voto, los socialdemócratas estarían perdiendo más de 12 puntos en relación a la elección anterior (27,3%). Las caídas de ambos son alarmantes y su causa tiene varias fuentes.

Una de ellas es el tiempo en el poder. En política el tiempo es un elemento erosionador para aquellos que ostentan los cargos ejecutivos. A saber, cuanto más tiempo en el gobierno, más grandes son las posibilidades de perder popularidad. Una regla que Angela Merkel parecía haberse saltado durante muchos años de alta aprobación, al menos hasta la llegada de los refugiados en 2015.

El punto es que el actual Gobierno está recibiendo el castigo de un sector del electorado que se ha cansado de no tener proyecto político alternativo. Las opciones parecieran haberse clausurado desde el momento en que la CDU y el SPD decidieron gobernar indefinidamente en conjunto. Dos partidos que deberían competir y ofrecer proyectos de país diferenciados, se convierten en aliados y en una cara permanente del poder.

Una búsqueda activa de alternativas por parte del electorado alemán

El declive de los mayoritarios no puede sorprender a nadie. A la caída en las encuestas a nivel europeo se suman los pésimos números en los sondeos a nivel federal y los sucesivos derrumbes electorales en las últimas elecciones regionales que sufrieron ambos partidos. El escenario indica que cierta porción decepcionada del electorado ya no solo quiere castigar a los mayoritarios, sino que está activamente buscando una alternativa.

La contracara de la mala performance de democristianos y socialdemócratas se manifiesta en dos partidos políticos que hasta ahora habían formado parte del grupo de los minoritarios: el partido verde (Bündnis 90/die Grünen) y el partido ultraderechista (AfD).

Las encuestas de principios de mes indican que en las europeas ambos partidos crecerían entre cinco y siete puntos en relación a 2014. Se trata de un aumento sustancial que no solo los posiciona en la pelea por convertirse en segunda fuerza, sino que también los refrenda como los depositarios de la confianza de aquellos votantes desencantados con los viejos partidos.

Los Verdes, reinventados en un partido de distintos tintes políticos

El partido ecologista ha sabido superar una fase de fuerte conflicto interno tras los malos resultados de 2017 que desembocaron en la renovación de su cúpula. El nuevo discurso de esta fuerza apunta a abandonar la intransigencia clásica de los años ochenta, década que los vio nacer, y a abrazar un relato más moderado y similar al aplicado por sus referentes en el sur conservador.

Esto les ha permitido convertirse en un partido de convergencia que reúne a exsocialdemócratas de sectores medios y altos, que ven atendidas sus demandas postmaterialistas de igualdad, transparencia y responsabilidad, con aquellos conservadores, descontentos con el partido de Merkel, pero a la vez incapaces de votar por la opción ultraderechista.

El crecimiento verde, que se reproduce en la intención de voto para las europeas, se explica entonces, en parte, por su metamorfosis en partido sandía: verde por fuera, rojo (SPD) por dentro y con muchas semillas negras (CDU).

Alternativa para Alemania, el giro radical antiinmigración

La otra respuesta que la oferta electoral alemana provee para aquellos alemanes desencantados es la Alternative für Deutschland -Alternativa para Alemania- (AfD), una formación ultraderechista que ha crecido a partir de la llegada de los refugiados y se ha consolidado en torno de un discurso político reduccionista de alto impacto. AfD es el único partido alemán netamente euroescéptico. Incluso ha llegado a proponer por primera vez una salida de Alemania de la Unión Europea, el Dexit.

La ultraderecha se apoya en una lectura binaria del escenario europeo. De acuerdo con su visión, existen dos alternativas: mantener el status quo, que según ellos perjudica a Alemania, o votar por una propuesta que promueva una reforma radical de la Unión Europea e incluso su reemplazo por otra que no le quite soberanía a los Estados nacionales. En esa capacidad comunicacional de simplicar el debate, al punto de deformarlo, reside al mismo tiempo el secreto de su aumento entre aquellos grupos más descontentos.

Las cartas bajo la manga de CDU y SPD para recuperar a su electorado

Es imposible predecir el desarrollo de una campaña electoral. Se puede pensar en escenarios posibles, pero nunca se debe subestimar la incertidumbre. Esto nos obliga a enumerar algunos factores que podrían torcer la tendencia actual o profundizarla.

El primero de ellos es la influencia de la nueva líder de la CDU, Annegrett Kramp-Karrenbauer, quien todavía está buscando su perfil y concentra sus fuerzas en reconciliar a las diferentes facciones de su propio partido. ¿Si sale airosa de esta tarea, podrá convertirse en quien rescate al partido del estancamiento actual?

Un segundo factor relevante es el posible cambio en la socialdemocracia. Existen rumores cada vez más fuertes que auguran el final de Andrea Nahles como jefa del partido. Lo interesante es que no se trataría de una renovación sino del regreso del exlíder del SPD, Sigmar Gabriel. Esta vez con el apoyo del excanciller Gerhard Schröder. ¿Podrá la socialdemocracia revertir su permanente caída a partir del regreso de viejos pesos pesados, o esto se transformará en un lastre más?

Finalmente queda preguntarse lo que sucederá con los ultraderechistas y la actual investigación de la Oficina Federal de Protección de la Constitución (Verfassungschutz) por las declaraciones xenófobas y racistas de sus dirigentes y sus conexiones con grupos neonazis y ultranacionalistas. ¿Derivará la misma en un daño a la reputación del partido que alejará a los votantes conservadores más moderados o la aprovecharán para fertilizar su estrategia de victimización y reforzar su piso electoral de dos dígitos?

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