Treinta años después, la cadena humana sigue siendo un modelo de protesta
Vilna (AFP) –
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De los separatistas catalanes a los manifestantes de Hong Kong, la cadena humana que ayudó a los países bálticos a recuperar su independencia hace 30 años sigue siendo un modelo de protesta en todas las latitudes.
Estonia, Letonia y Lituania, tres Estados miembros del este de la Unión Europea (UE), celebran este viernes el 30 aniversario de una de las mayores manifestaciones antisoviéticas, en las que más de un millón de personas se dieron la mano para formar una cadena humana de más de 600 km.
En paralelo, a 8.000 km de distancia, los activistas prodemocracia están preparando una "Hong Kong Way" para expresar su oposición al gobierno de su región semiautónoma, favorable a Pekín.
"La Baltic Way fue una inspiración para muchos de los combatientes por la libertad a través de todo el mundo. Esto demuestra la fuerza de la solidaridad y de los movimientos sociales no violentos", declaró a la AFP uno de los líderes de la actual movilización prodemocracia de Hong Kong, Joshua Wong.
En 2004, más de un millón de taiwaneses formaron una cadena humana para protestar contra el despliegue en China de misiles dirigidos hacia su isla. Y en 2013, cientos de miles de personas recurrieron a este método en Cataluña para reclamar la independencia de esta región del noreste de España.
- "Momento de cambio" -
En agosto de 1989, la "Baltic Way" mostró que las tres naciones bálticas estaban dispuestas a obtener su independencia, que consiguieron dos años más tarde.
La cadena humana unió las tres capitales, Vilna, Riga y Tallin, coincidiendo con el 50º aniversario del pacto germano-soviético, que preparó el reparto de Europa del Este entre Hitler y Stalin, y la ocupación de los países bálticos por la URSS.
Se espera que miles de personas acudan este viernes a diversos actos conmemorativos, entre conciertos, exposiciones, concursos de poesía y carreras de automóviles, casi todos con elementos que simbolizan la cadena humana.
La radio pública lituana preparó una instalación enorme de casi 1.500 radios para destacar el papel que desempeñaron las ondas en la organización de la protesta.
El presidente lituano, Gitanas Nauséda, quien participó en la manifestación de hace 30 años, subrayó que la "Baltic Way" se convirtió "hoy en una inspiración para otras naciones".
Por su parte, el presidente estonio, Kersti Kaljulaid, consideró que la "Baltic Way" fue "uno de los llamados pacíficos por la libertad más extraordinarios en la historia del mundo".
Y su homólogo letón, Egils Levits, señaló que en aquella época fue una "innovación política, algo que nadie había intentado nunca antes".
Para el ministro letón de Cultura, Nauris Puntulis, fue "un momento de cambio, vivido de forma muy personal, con mucha emoción" entre los allí presentes.
"Por primera vez, la gente pudo creer que sus voces y su participación contaban y que podíamos cambiar las cosas", añadió.
- Resistencia no violenta -
Otras regiones del mundo recurrieron a esta técnica para reivindicar sus reclamaciones, aunque los resultados fueron más modestos.
El 11 de septiembre de 2013, con motivo de la Diada, el día de Cataluña, 1,6 millones de personas --según las autoridades locales-- formaron una cadena humana de 400 km en el noreste de España para reclamar un referéndum sobre la independencia de la región, a lo que se opuso el gobierno central español.
La consulta, prohibida por la justicia, se celebró finalmente el 1 de octubre de 2017, lo que llevó a una declaración de independencia de Cataluña suspendida inmediatamente después. Doce líderes independentistas fueron juzgados por esos hechos y ahora esperan el veredicto de la justicia, con nueve de ellos en prisión preventiva
La manifestación prevista en Hong Kong, de 40 km, no es la primera que desafía a Pekín. En febrero de 2004, más de un millón de taiwaneses se dieron la mano para protestar contra la amenaza militar china.
"Las naciones que buscan mayor libertad intentan seguir el ejemplo báltico de 1989. Propone la resistencia no violenta. En la época de las armas nucleares es un enfoque muy positivo", señala el historiador lituano Algimantas Kasparavicius.
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