Ofensiva contra los kurdos

Turquía atacó la frontera sirio-iraquí como antesala a la ofensiva contra los kurdos

Tropas turcas y estadounidenses regresan de una patrulla conjunta entre Estados Unidos y Turquía en el norte de Siria, como se muestra cerca de la ciudad turca de Akcakale, Turquía, el 8 de septiembre de 2019.
Tropas turcas y estadounidenses regresan de una patrulla conjunta entre Estados Unidos y Turquía en el norte de Siria, como se muestra cerca de la ciudad turca de Akcakale, Turquía, el 8 de septiembre de 2019. Murad Sezer / Reuters

El Ejército atacó este punto, con el fin de cortar la ruta de tránsito e impedir la entrada de ayudas a las milicias kurdas. Siria e Irán se oponen a cualquier ocupación, al tiempo que EE. UU. se contradice sobre su apoyo a Turquía.

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A ojos del Gobierno del presidente turco Recep Tayyip Erdogan, el tablero bélico está listo. Su Ministerio de Defensa aseguró este 8 de octubre que "los preparativos (están) completos, incluyendo el más mínimo detalle" para su ataque en el norte de Siria contra las milicias kurdo-sirias YPG. La jugada que no había mencionado hasta ahora es que su Ejército, horas antes de esas palabras, ya había lanzado ataques contra la frontera sirio-iraquí, en una acción nocturna que hoy admitió ante la agencia Reuters.

Según Turquía, sus Fuerzas Armadas (TSK) atacaron de noche para cortar la ruta de tránsito entre Siria e Irak "antes de la operación en Siria" y evitar así que los kurdos puedan reforzarse en un contraataque. "De esta manera, el tránsito del grupo a Siria y de sus líneas de apoyo, incluidas las municiones, se cierran", relataron dos funcionarios de seguridad turcos a la agencia de comunicación.

El presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, habla en el aeropuerto de Esenboga en Ankara, Turquía, el 7 de octubre de 2019.
El presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, habla en el aeropuerto de Esenboga en Ankara, Turquía, el 7 de octubre de 2019. Mustafa Kamaci / Oficina de prensa presidencial

Se ignora si el ataque produjo daños o víctimas, ya que los mismos funcionarios se contradijeron al describirlo, entre un ataque aéreo y un ataque que dejó el sitio "inutilizable por diversos medios". No obstante, este movimiento cumple con la misión bélica de Turquía: atacar a las YPG, las conocidas como Unidades de Protección Popular del Comité Supremo Kurdo del Kurdistán sirio, porque las considera un grupo terrorista al que "nunca (le) tolerará la creación de un corredor del terrorismo a lo largo de (su) frontera", a pesar de que EE. UU. las apoyó en su lucha contra el grupo Estado Islámico (EI).

"La creación de una zona segura/corredor de la paz es necesario para dar una vida segura a los sirios, y contribuye a la paz y estabilidad en nuestra región", justificaba el Ministerio su misión militar, de carácter unilateral y con "las Fuerzas Armadas listas para salir en cuanto las autoridades políticas les den la orden (…) vamos a empezar en cuanto llegue la orden".

Por ahora, Turquía dice estar preparada para una operación armada, y varias emisoras han confirmado que a las tropas ya se han sumado tanques y carros blindados sobre la frontera con su país vecino: Siria.

Ni Siria, ni Irán apoyan el ataque contra los kurdo-sirios

Si Ankara no le admite a las YPG "un corredor de terrorismo", Siria ya ha anunciado que no tolerará una ocupación en su suelo. Así lo advirtió el viceministro sirio de Exteriores, Faisal al Miqdad, que defenderá cada centímetro "todo el territorio y no vamos a aceptar la ocupación de cualquier tierra o grano de arena de Siria (…) estamos preparados para defender nuestra tierra y nuestro pueblo".

Hasta ahora no había habido una postura clara de Damasco, pero con estas palabras, Al Miqdad se ha convertido en el primer representante sirio en desvelarla. Y es que el viceministro, aunque regañó a los kurdos por su vínculo con EE. UU. –"quien se tira a los brazos del extranjero, este acabará alejándolo con desdén"–, también les tendió la mano, asegurándoles que "en el final, la patria da la bienvenida a todos sus hijos". Unos hijos que desde 2011 y durante la guerra en Siria han protegido zonas del norte y este del país, estableciendo su administración autónoma.

A esta visión no llega Irán, aliado de Turquía, pero su Ministerio de Asuntos Exteriores concuerda con Siria en una cosa: plena oposición a "cualquier posible operación militar" contra la milicia. La República Islámica, mediante un comunicado, consideró que la medida "no solo no eliminará las preocupaciones de seguridad de Turquía, sino que causará una gran pérdida financiera y humana".

Mientras el Gobierno de Erdogan ve como una oportunidad la retirada de los soldados estadounidenses que respaldaban a las Fuerzas Democráticas Sirias, alianza liderada por kurdos que es aliada de las YPG, las autoridades iraníes creen que la retirada de EE. UU. debía quedar ahí, celebrarse, porque era "ilegal" y su salida solo podía favorecer "la paz y la estabilidad" en la región.

Estados Unidos y su trato contradictorio con Turquía

En el tablero militar que ha preparado Turquía, de EE. UU. podría decirse que es una ficha ubicada entre dos aguas. El primer gesto de la Administración del presidente Donald Trump fue retirar sus tropas de la frontera turco-siria porque era hora de apartarse de estas "ridículas guerras sin fin". Pero este mismo 8 de octubre varios funcionarios se desmarcaron de esa idea y de Ankara, precisando que no hubo un "repliegue" generalizado ni en masa, sino que entre 50 y 100 miembros de sus fuerzas especiales fueron "reubicados hacia otras bases del interior de Siria".

En esta misma línea de retractarse, Trump, que le ha dado vía libre a Turquía, también le lanzó una severa advertencia, contra cualquier exceso de la fuerza contra los kurdo-sirios: "Si hace cualquier cosa que estimo, en mi grande e inigualable sabiduría, que esté fuera de los límites, destruiré completamente la economía de Turquía".

Desde Washington este gesto es evidente, porque al mandatario le han llovido críticas por "traicionar" a sus aliados y dejar vulnerables a las YPG, milicia a la que asegura que no ha abandonado. Sin embargo, a la par Trump ha vuelto a elogiar a Turquía como socio comercial y aliado de la OTAN en un tono suave, exaltando su relación bilateral, que lo posiciona en un actor contradictorio y bipartidista.

El peligro de este doble discurso, según voces republicanas, no es más que el grupo Estado Islámico. Para el senador republicano Lindsey Graham, quien ha prometido una resolución en el Senado para "pedir la revocación" del repliegue de tropas, "todo esto conducirá a un retorno del Estado Islámico. Para los yihadistas, no hay nada mejor que un conflicto entre los kurdos y Turquía. Considero que la mayor parte de los miembros del Congreso tienen esta opinión y adoptaremos una resolución que exhorte al presidente a reconsiderar su decisión".

"Siempre debemos apoyar a nuestros aliados, si esperamos de ellos que siempre nos apoyen. Los kurdos tienen un rol crucial en el combate coronado de éxito contra el Estado Islámico en Siria. Dejarlos morir es un enorme error", respaldó Nikki Haley, antigua embajadora de EE. UU. ante la ONU.

La milicia kurdo-siria, pequeña protagonista de una gran operación

Al margen del trasfondo del Estado Islámico, los kurdo-sirios, quienes en su día lideraron el final del califato, son los principales amenazados de esta historia. Con el retiro de las tropas estadounidenses, se sienten "traicionados" por sus aliados –que ni siquiera lo comunicaron a su representante en EE. UU.–, y son conocedores de que hoy se enfrentan "al peor escenario posible", con una Turquía empeñada en crear una "zona segura" en su frontera. Para las Fuerzas Democráticas Sirias, toda "una puñalada por la espalda".

"El escenario al que se enfrentan los kurdos es uno en el que simultáneamente están amenazados por Turquía y otro en el que tratan de mantener unida una región que hierve con el descontento, la falta de oportunidades y una resurgente presencia terrorista. Es el peor de todos los escenarios posibles", valora para la agencia de noticias EFE Jasmine el Gamal, exasesora para Siria del Departamento de Defensa de EE. UU., quien añade que "los kurdos, por supuesto, se sienten traicionados, no necesariamente por la retirada en sí misma, sino por la forma en la que se anuncia y se lleva a cabo: según sea necesario, al azar y sin ningún mecanismo para garantizar un camino sostenible hacia adelante en la región".

Por el momento, las autoridades que lideran a los kurdos en el norte de Siria han dado a entender que podrían afianzar conversaciones con Siria y Rusia, para llenar su vacío de seguridad o incluso detener el ataque turco. Una Rusia que también se queja por que EE. UU. nunca le comunicó directamente su decisión.

Mientras que, en paralelo, el presidente Erdogan sigue moviendo sus fichas. La última es una futura visita a EE. UU., el 13 de noviembre, por invitación de su homólogo Donald Trump.

Con Reuters, EFE y AFP

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