El arte de sobrevivir y las preguntas infinitas: así se encamina Italia al desconfinamiento
Una nueva realidad ha suplantado para muchos italianos los espacios de la vieja normalidad. Las preguntas que subsisten son el reflejo de los cambios disruptivos que supuso la pandemia del coronavirus.
Primera modificación:
En los primeros días del encierro masivo decretado por las autoridades italianas a causa de la crisis sanitaria global, Margherita, una estudiante universitaria de Roma, sufrió trastornos del sueño. “Me dormía a las tres, cuatro de la mañana", recuerda.
Luego se le pasó. “Adopté una rutina, me puse a estudiar de nuevo, y poco a poco me fui acostumbrando a estar todo el día en casa”, cuenta.
La paradoja es que Margherita ahora siente que sufre por la circunstancia opuesta: tiene miedo que, cuando el Gobierno italiano empiece a poner en marcha el desconfinamiento, algo que ocurrirá a partir del próximo 4 de mayo en Italia, ya no tenga excusas para quedarse en casa.
“Por suerte, de momento, tengo que preparar unos exámenes y por eso, el problema no existe. Seguiré con mi nueva vida”, afirma, al asegurar que la mayoría de sus amigas comparten las mismas inquietudes.
Mes y medio después de que la crisis explotara en Italia, el país con más muertes por Covid-19 registradas tras Estados Unidos, la nueva realidad ha suplantado para muchos italianos los espacios de la vieja normalidad. Así en estos días nuevas preguntas y elucubraciones se han ido sucediendo. El '¿cuándo nos dejarán salir de nuestros hogares?' se ha pasado a '¿qué pasará si salgo de mi hogar?'.
Este desenlace ya había sido en parte previsto por los psicólogos. “Uno de los peligros es que las personas desarrollen patologías como la agorafobia, el miedo a estar en espacio abiertos”, llegó a alertar ya en marzo Andrea Vaglica, especialista en psicología analítica.
La apertura gradual se hará sin reactivar las escuelas
Así y todo, no solo la salud mental de muchos está bajo presión. También no son pocos los que se preguntan cómo resolver cuestiones prácticas, con numerosos colectivos que consideran que el Gobierno no les está tomando en debida consideración.
Tan solo este domingo, luego de que el primer ministro italiano Giuseppe Conte explicara los detalles de la gradual reapertura, lo que no incluirá de momento la reactivación de la educación en las escuelas, los chats de muchas familias se inundaron de mensajes de rabia y perplejidad.
“Esto es lo que más me enfurece. La vuelta al trabajo no acompañada por la reapertura de escuelas y guarderías”, escribió Vittoria, madre de una niña de 4 años y de un bebé de un 1 año.
“¿Cómo podemos pensar que la situación pueda mejorar si en la task force italiana anticoronavirus solo hay hombres?”, se preguntó otra mujer, una funcionaria de una agencia internacional a menudo ocupada con viajes en el extranjero.
De esta manera, la pandemia puso en evidencia el papel crucial de los abuelos en los engranajes familiares italianos. Porque esta categoría, tan esencial en el cuidado de los nietos en Italia —como en muchos países latinos—, ahora están temporalmente fuera de juego, al ser un grupo de riesgo por su mayor edad.
Otra, igualmente dramática y disruptiva, es la situación de muchos trabajadores del sector terciario o de los servicios, que en Italia ha experimentado una caída sin precedentes y corre el riesgo de dejar en la calle a miles de personas.
Es el caso del comercio minorista, que ahora se enfrenta al enorme desafío de tener que atender a sus clientes respetando los nuevos protocolos, una obligación que según representantes del sector difícilmente se compaginará con la recuperación de los ingresos perdidos durante la cuarentena masiva.
La prisa del sector turismo por reactivar el negocio
Otro ejemplo es el de la industria del turismo que, en la Italia pre-crisis sanitaria, equivalía al 13% del PIB del país y ocupaba al 15% de los trabajadores activos, según recordó la semana pasada el ministro de Turismo, Dario Franceschini.
“Las estimaciones hablan de unos flujos turísticos que este año caerán entre el 30% y 50%”, reconoció asimismo Claudio Della Lucia, coordinador de Turismo de la isla de Elba, una de las más turísticas de Italia.
En verdad, los operadores turísticos de esta isla han preparado un plan, en vista de que pronto el Gobierno dé su autorización también a este sector a retomar sus actividades, en pleno inicio de la temporada veraniega.
“Para las habitaciones de los hoteles, por ejemplo, estamos pensando en desinfecciones con ozono u otros gases en cada cambio de clientes para evitar que los hoteleros tengan que cambiar los tejidos”, explicó Della Lucia, en un reciente diálogo telemático con un grupo de corresponsales extranjeros.
“También estamos pensando en cómo distanciar las sombrillas y usar una app para señalar las playas en las que todavía hay cupos y las ya llenas”, añadió Della Lucia.
Las prisas de este sector por reabrir también han sido reclamadas por bares, restaurantes, y otros servicios de hostelerías, que, en este periodo, han perdido 30.000 millones de euros y 300.000 puestos de trabajo, según una estimación del sindicato Fipe-Confcommercio. “Unas 50.000 empresas están en riesgo de quiebra”, ha insistido el gremio que, sin embargo, será uno de los últimos en reabrir (posiblemente, después del 1 de junio).
Y así numerosas empresas de la industria italiana, muchas de las cuales se están planteando cancelar sus cierres de verano y suspender las vacaciones de sus empleados para recuperar el tiempo perdido, más aún que, en muchas fábricas, las jornadas laborales ahora deberán ser organizadas en turnos para garantizar el distanciamiento social.
Conte: "Habrá poner el máximo empeño"
Aún así, las incógnitas siguen siendo muchísimas. Svitlana, una empleada doméstica de 43 años, resumía otro dilema así: "Yo no he entendido cómo harán para que se respete la distancia de seguridad en los transportes públicos, cuando se reabran las actividades. Es difícil organizarse sin saber con certeza qué va a pasar”.
El propio Conte, el primer ministro italiano, ha sugerido que Italia entrará ahora en una fase compleja y peligrosa, en la que podrían producirse rebrotes, en particular si no se respetan las normas de distanciamiento social. El riesgo de que la curva de los contagios vuelva a subir, “existe” pero “debemos afrontarlo con responsabilidad”, pues si no podría haber daños “irreversibles”.
“Nos espera un desafío duro. Habrá poner el máximo empeño”, agregó al puntualizar que más detalles se irán fijando en los próximos días.
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