Cuentos y poemas a través del teléfono para amenizar la soledad de la cuarentena en Brasil (2/5)
El 10% de la población brasileña tiene más de 65 años y hace parte del grupo más vulnerable frente al coronavirus. De ellos, un 15% se enfrenta al confinamiento sin otra compañía que la televisión y las redes sociales, en el caso de aquellos que saben usarlas.
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El proyecto "Historias por teléfono" surgió en Río de Janeiro para intentar menguar la soledad de estos mayores. Desde hace tres meses, unos 1.500 voluntarios leen a diario cuentos y poemas a los ancianos que no pueden salir de casa. Lo hacen por teléfono, precisamente para llegar a aquellas personas que están más aisladas a causa del gap tecnológico.
Entre los voluntarios está Eduardo Maciel, un escritor y poeta que ofreció su colaboración cuando conoció el proyecto gracias a un grupo de Whatsapp. A lo largo de 100 días, Eduardo ha recitado poemas de su autoría para más de 60 mayores. Con algunos de ellos sigue en contacto: los llama de vez en cuando para brindarles una charla amena y un poco de compañía.
“Ameniza la soledad, ¿sabes?, porque hay personas que viven solas y no tienen a nadie. Recibir una llamada para oír una historia o un poema es una buena manera de ayudar a una persona mayor”, asegura Marilene Nunes, bibliotecaria de 60 años que vive en la favela de la Maré y es usuaria de este proyecto desde sus inicios.
Hasta la fecha, más de 5.000 ancianos se han beneficiado de esta iniciativa, que incluso ha traspasado las fronteras brasileñas y ha llegado hasta Portugal. “A través de la literatura y de la poesía conseguimos crear una gran ola de solidaridad para conversar con estas personas. El fin es que puedan pasar por este periodo de cuarentena un poco mejor”, señala Pedro Geromilich, superintendente de Lectura del Estado de Río de Janeiro y creador del proyecto.
Este programa fue inspirado por una empleada de la Biblioteca Pública de la favela Rocinha. “Vivo sola con mis perros y con Dios. Descubrí que las personas que viven solas necesitan a alguien para hablar, leer, necesitan a alguien que haga alguna cosa para ellas”, cuenta Tía Rô, de 62 años, que por esta razón empezó a leer textos por teléfono, hasta que la Consejería de Cultura de Río de Janeiro decidió convertir esta iniciativa individual en un proyecto más amplio.
La idea es que el proyecto siga adelante después del fin de la pandemia y que se promuevan encuentros presenciales entre lectores y oyentes.
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