El desempleo se dispara en Brasil por la crisis del Covid-19
El impacto de la pandemia en el territorio brasileño ha acabado con cerca de 7,8 millones de empleos y abonado el camino hacia una histórica contracción del PIB en la nación latinoamericana.
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La pandemia ya acabó con 7,8 millones de puestos de trabajo en Brasil, según las cifras del Instituto Brasileño de Geografía y Estadística (IBGE). Además, para este año, el Fondo Monetario Internacional (FMI) espera una contracción del PIB brasileño del 9,1%.
Los sectores más afectados son el comercio, la construcción y el servicio doméstico, de acuerdo con lo indicado por el Instituto de Investigación Económica Aplicada. Pero no es nada nuevo. Estos datos se suman a las altas tasas de desempleo que se vienen acumulando desde la crisis económica de 2014. Hoy, cerca de 13 millones de brasileños están sin trabajo.
Un reciente informe del IBGE muestra que cuatro de cada 10 empresas que se vieron obligadas a paralizar sus actividades en la primera mitad de junio lo hicieron a causa de la emergencia sanitaria por la propagación del Covid-19. En total, cerca de 1,3 millones de empresas tuvieron que cerrar de forma temporal o definitiva hasta el 15 de junio. De ellas, 522.700 (el 39,4%) señalaron como motivos las restricciones impuestas por la crisis.
Río de Janeiro es la segunda ciudad del país con mayor número de muertos por el Covid-19, solo por detrás de Sao Paulo. También es uno de los centros urbanos más afectados por la suspensión de contratos. Hasta el pasado mes de mayo habían cerrado al menos mil bares y restaurantes por la crisis. Además, unos 27.000 trabajadores de este sector fueron despedidos en este periodo.
Sandra Lúcia Rodrigues es una profesional especializada en marketing y estudios de mercado. Contrajo el coronavirus en marzo, durante un viaje de trabajo por el interior del Estado de Río de Janeiro. Cuando se recuperó de la enfermedad, descubrió que había quedado desempleada y sin dinero. “Pasó todo junto. Me contagié, el trabajo paró, paró todo. No podía salir para conseguir dinero. Unos amigos me ayudaron con los alimentos, me traían canastas básicas y las dejaban en mi puerta. Desde entonces, estoy sobreviviendo gracias a la ayuda y solidariedad de las personas”, asegura.
Hoy, esta mujer de 60 años vive en casa de unos familiares porque se rompió una pierna mientras repartía folletos comerciales, un pequeño empleo que consiguió para salir al paso. Por primera vez en su vida, enfrenta una etapa de incertidumbre profesional y existencial. “Te sientes inútil e indigna, totalmente perdida, y yo todavía más porque siempre fui una persona activa en mi trabajo. El panorama empeora cada día y yo no tengo esperanza ni perspectiva de que lleguen cosas buenas”, afirma Sandra Lúcia.
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