Tokio 2021: Clarisse Agbégnénou, una victoria del oro con sabor a revancha
La judoca Clarisse Agbégnénou añadió la más hermosa de las medallas a su increíble palmarés. Con cinco coronas como campeona del mundo, la francesa finalmente obtuvo el oro olímpico. Nacida de manera prematura, la deportista nunca dejó de luchar.
Primera modificación:
Cinco años después de su medalla de plata en Rio, Clarisse Agbégnénou no dejó que se le escapara la oportunidad. La profesional en judo (-63 kg) venció el martes 27 de julio a su rival, la eslovaca Tina Trstenjak, campeona olímpica del título. A sus 28 años, la cinco veces campeona del mundo obtuvo el oro, único título que le faltaba a su ya muy nutrida carrera.
"Es increíble lograr la revancha después de cinco años, no habría podido soñar algo mejor. Tenía la misión de conseguir esa medalla de oro, no fue fácil, ni siquiera tengo las palabras", declaró la campeona olímpica ante el micrófono de France Télévisions.
Para Clarisse, apodada 'Gnougnou', los Juegos varias veces fueron una oportunidad perdida. En Londres tuvo que conformarse con la banca de los suplentes, mientras que salió de Rio terriblemente frustrada y amargada con el segundo lugar.
Desde los últimos Juegos Olímpicos, Clarisse Agbégnénou planeó su revancha de manera obsesiva. Y es por esa razón que el año suplementario impuesto por el Covid para poder poner los pies en Budokan, la mítica sala de yudo en el centro de Tokio, le afectó tanto. "Fue muy, muy duro, porque hay mucho compromiso de su parte, muchos sacrificios. Y ese aplazamiento, esas incertidumbres, fueron muy complicadas para ella", explicó Larbi Benboudaoud, director de alto rendimiento y entrenador del equipo francés femenino.
Clarisse Agbégnénou incluso pensó en dejarlo todo. "Fue muy difícil, muy, muy duro. Nunca habría pensado estar tan abajo, en mi vida, en mi carrera", explicó el pasado junio, después de haber obtenido un quinto título mundial.
Para reconstruirse, la deportista procedió a cambios radicales. "Fue necesario encontrarme a mí misma, yo sola. Necesitaba volver a centrarme en mí misma. Puede ser difícil de entender, pero también era necesario que me escucharan. También tenía que pensar en mí", le explicó a la AFP. Así, pasó varios meses en la isla Réunion, se involucró mucho con una formación como entrenadora de vida en HEC y practicó boxeo, yoga y jiu-jitsu brasileño. "Hay cosas que sin duda no habríamos concedido en tiempos normales, tanto a ella como a las demás. Tal vez soltamos algunas cosas", reconoció Larbi Benboudaoud, director de alto rendimiento. "Ella era la más preparada para los Juegos Olímpicos y fue la que más 'lo sufrió'. Entonces tuvimos que adaptarnos".
Clarisse Agbégnénou, una luchadora innata
Desde su nacimiento en otoño de 1992, dos meses antes del plazo previsto, el temperamento de luchadora de Agbégnénou fue puesto a prueba. Reanimada desde su llegada al mundo junto con su gemelo Aurélien, pasó sus cuatro primeras semanas en incubadora, alimentada por intravenosa. Luego, tuvo que ser operada de una malformación renal, "aunque solo pesaba dos kilos", cuenta su madre Pauline Agbégnénou al periódico 'L"Équipe'. "Y cayó en coma. Estuvo así entre siete y ocho días. Cuando se despertó, con una gran inhalación, me acuerdo que el médico dijo que mi hija era una luchadora", continúa Pauline.
Explica que también debe ese espíritu luchador a su infancia en medio de sus tres hermanos, que transcurrió en la región parisina. "Eso solo puede forjar el carácter. Eres la única mujer, no tienes más opción: hay que luchar contra ellos, ¡si no te devoran!", afirma.
Encaminada hacia el judo a los nueve años para canalizar su desbordante energía, la joven Clarisse encuentra su camino. A los 14 años, se va del hogar familiar y se dirige a la ciudad francesa Orléans. Luego, tres años después, en 2009, se une al Instituto Nacional de Deportes, Experiencia y Rendimiento (INSEP, por sus siglas en francés), la cantera de campeones del deporte francés.
En los Mundiales 2010 y 2011, sus dos primeras selecciones internacionales senior acaban pronto. La tercera, en 2012, es la vencida: obtiene un bronce europeo antes de sus veinte años, luego el oro europeo y la plata mundial el año siguiente. Y su primer oro mundial en 2014, a los 21 años, tal como lo quería, como lo afirmó claro y fuerte: "Honestamente y sin presumir, no me veo no siendo campeona del mundo este año".
"No necesito transmitirle la cultura del deseo de ganar, ella la tiene", resumió Larbi Benboudaoud antes de los Mundiales 2019, quien la sigue desde sus inicios en el equipo y es ahora director de alto rendimiento del judo francés.
Una deportista comprometida
Su compromiso y su energía van más allá de los dojos. En las redes sociales, que utiliza de manera intensa, 'Gnougnou' documenta su vida a cada momento y destaca las causas a las cuales es sensible, la de las mujeres en particular. Participó en el desarrollo de calzones menstruales con una marca especializada y también posó para la portada de la revista 'L'Équipe' para un reportaje sobre los pechos de las deportistas.
ENFIIIIIIIIN!!! 💪🏽
— AGBÉGNÉNOU Clarisse (@Gnougnou25) July 27, 2021
Je l’ai fait! NOUS l’avons fait!!! 😭😻
Merci la France 🇫🇷 , merci le monde 🌍 pour toutes ces vagues d’ondes positives et votre soutien à toute épreuve! ❤️
Le titre rentre officiellement à la maison! 💪🏽 💙🤍❤️ #Tokyo2020 pic.twitter.com/NeFILUqPqa
Convertida en uno de los símbolos del deporte francés mucho más allá del judo, Clarisse Agbégnénou fue escogida para ser la portadora de la bandera francesa junto con el gimnasta Samir Aït Saïd, durante la ceremonia de apertura de los Juegos de Tokio. Al llevarse el oro, siguió el glorioso destino de sus predecesores judocas David Douillet (2000) y Teddy Rinner (2016), ellos también portadores de la bandera y campeones olímpicos.
*Este artículo fue adaptado de su original en francés
Con AFP
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