“Deben pagar”: familiares de víctimas de la explosión en Beirut luchan por Justicia

Manifestantes y familiares de las víctimas de la explosión en Beirut protestan contra el ministro del Interior en la capital libanesa el 13 de julio de 2021.
Manifestantes y familiares de las víctimas de la explosión en Beirut protestan contra el ministro del Interior en la capital libanesa el 13 de julio de 2021. © AFP

Un año después de la explosión que sacudió Beirut el 4 de agosto de 2020, dejando 218 fallecidos, más de 7.000 heridos y devastando gran parte de la ciudad, la investigación libanesa en torno a la explosión no ha arrojado resultados fiables. Las familias de las víctimas, algunas de las cuales están pidiendo una investigación internacional, hablaron con France 24 acerca de su búsqueda de justicia.

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Con las palmas de las manos cubiertas de pintura roja, mujeres vestidas de negro sostienen en lo alto fotos enmarcadas de sus seres queridos. Ataúdes blancos, vacíos, que simbolizan aquellos que murieron en la explosión de Beirut, son llevados a través de la muchedumbre. Los manifestantes arrojan tomates a la casa del ministro y tratan de escalar por las paredes de la edificación.

“Mohamed Fahmi, no te dejaremos tranquilo. ¡Levante la inmunidad!”, grita un vocero de las familias de las víctimas.

Cientos de manifestantes se enfrentaron con la policía antidisturbios a las afueras de la casa del ministro del Interior del Líbano el 13 de julio, en medio de una ira en aumento a causa de la detenida investigación alrededor de la explosión de Beirut.

Fahmi “nos está matando por segunda vez”, le afirmó por teléfono a France 24 Mariana Fodoulian, cuya hermana Gaia murió en la explosión el 4 de agosto de 2020.

Gaia Foudalian, de 29 años, una galerista de arte y diseñadora de productos libanesa-armenia, estaba en casa con su madre en el distrito este de Achrafieh cuando una inmensa reserva de nitrato de amonio explotó en el puerto poco después de las 6 de la tarde, sacudiendo la capital libanesa con un estallido que se sintió hasta Chipre.

Mariana corrió junto a su hermana menor después de una frenética llamada de su madre, llevando a urgencias a la inconsciente Gaia de hospital en hospital buscando ayuda y dándole oxígeno manualmente en la parte trasera de una ambulancia que no tenía paramédicos. Pero Gaia murió de una hemorragia cerebral en el quinto hospital al que fue llevada.

Gaia Fodoulian, una joven galerista y diseñadora de 29 años, fue una de las víctimas de la explosión de Beirut el 4 de agosto de 2020.
Gaia Fodoulian, una joven galerista y diseñadora de 29 años, fue una de las víctimas de la explosión de Beirut el 4 de agosto de 2020. © Mariana Fodoulian

Un año después de la explosión, en la cual murieron 218 personas y más de 7.000 quedaron heridas, ninguna de las familias de las víctimas en el Líbano ha sido llamada para dar declaraciones testimoniales. Tampoco han recibido ningún tipo de disculpa oficial y ni siquiera han sido contactadas por las autoridades libanesas.

Fodoulian se siente indignada, puesto que los principales funcionarios libaneses, que en repetidas ocasiones ignoraron las advertencias acerca de los peligros de los explosivos almacenados en el puerto, aún no se han hecho responsables.

“Deben pagar por lo que hicieron”, dijo Fodoulian, quien abandonó su trabajo como veterinaria para poder concentrarse mejor en luchar por justicia para su hermana. Como presidenta de la Asociación de Familias de las Víctimas de la Explosión en el Puerto de Beirut, ayuda a organizar las protestas y moviliza a las personas por redes sociales como parte de la campaña de las familias por la justicia.

Ante todo, quieren respuestas para sus “muchas preguntas”. Quieren saber por qué el nitrato de amonio estaba en el puerto, quién lo pidió y que pasó con el resto de lo que quedó (solo se reportó la explosión de 750 toneladas de las 2.750 almacenadas). Quieren saber qué otros explosivos se están almacenando en el puerto y cómo se originó el incendio que desencadenó la explosión.

“Saber la verdad no traerá a mi hermana de regreso”, dijo Fodoulian, “pero cuando ellos (la élite gobernante del Líbano) paguen por lo que hicieron, tal vez podamos tener un cambio aquí en el Líbano y podamos vivir en un país normal”.

“Obstrucción, evasión y retraso”

Inicialmente, las autoridades libanesas prometieron una veloz investigación en torno a la explosión, jurando entregar “resultados al cabo de cinco días”. El presidente Michel Aoun menospreció los llamados para que hubiera una investigación independiente e internacional, calificándolos como una “pérdida de tiempo”.

Pero durante los últimos 12 meses, la investigación sobre el mayor crimen en la historia del Líbano ha estado “marcada por un poco más que obstrucción, evasión y retraso”, según Human Rights Watch.

Las autoridades asignaron solo un juez de instrucción al caso, mientras “la clase política solo ha puesto trabas y más trabas”, declaró Aya Majzoub, la investigadora libanesa para Human Rights Watch.

Cuando el primer juez asignado al caso, Fadi Sawan, trató en diciembre pasado de acusar al en ese entonces Primer ministro Hassan Diab y a los tres ministros de alto rango de “negligencia y de causar la muerte de cientos”, fue despedido.

Su sucesor, el juez Tarek Bitar, nombrado en febrero, tuvo un enfoque diferente. Solicitó que se levantara la inmunidad de los parlamentarios y pidió permiso para investigar a los principales oficiales de seguridad como Abbas Ibrahim, uno de los principales generales en jefe del Líbano, sobre su papel en la explosión.

Pero los jueces en el Líbano son nombrados por los políticos, lo cual significa que la decisión de levantar la inmunidad está en manos de los implicados.

Fahmi, el ministro del Interior, dijo que levantaría la inmunidad de Ibrahim, permitiendo que Bitar lo juzgara, pero después cambió de opinión y rechazó la petición de Bitar, una movida que despertó una ira generalizada entre las familias de las víctimas.

“Todos se están cubriendo entre ellos”, dijo Fodoulian.

Tan solo unos 25 oficiales de nivel medio a bajo, que trabajaban en el puerto en cargos administrativos y de seguridad, están languideciendo en las cárceles libanesas mientras los funcionarios oficiales nombrados por Bitar aún deben ser inculpados.

“Viviendo cerca de una bomba durante siete años”

Los oficiales del gobierno ignoraron repetidas alertas, según lo muestran los documentos, sobre el “extremo peligro” que representaban las 2.750 toneladas de nitrato de amonio que estaban almacenadas indebidamente en el puerto desde 2014.  

“Nos tuvieron viviendo al lado de una bomba durante siete años”, dijo Mireille El Khoury, cuyo travieso hijo de 15 años, Elias, murió en su propio cuarto por la fuerza de la explosión.

“Él quería ser un arquitecto, como su padre. Le gustaba molestarme, diciendo que se saldría del colegio para ser un rapero”.

Elias El Khoury, de 15 años, murió en la explosión del puerto de Beirut el 4 de agosto de 2020.
Elias El Khoury, de 15 años, murió en la explosión del puerto de Beirut el 4 de agosto de 2020. © Mireille El Khoury

“Tenía muchos sueños. Sus sueños eran tan grandes como el mundo y tenía mucho potencial. Si hubiera nacido en otro país distinto al Líbano, habría hecho maravillas”, dijo, hablando en inglés, con la voz quebrándose mientras recordaba a su hijo.

El Khoury, cuya casa está ubicada a tan solo 300 metros del puerto, estaba furiosa porque las autoridades no hicieron nada por prevenir a las personas del área cuando se desató el incendio en el puerto, avanzando al menos durante 13 minutos antes de encender el nitrato de amonio.

“Podrían haber llamado a los bomberos para evacuar el área”, declaró El Khoury, quien también quedó gravemente herida durante la explosión. “Si tan solo hubieran enviado un mensaje de texto o le hubieran dicho a las personas que abrieran las ventanas”.

“Lo mínimo que podemos decir es que son inhumanos”, dijo refiriéndose a la élite gobernante libanesa, señalando que ninguna de las personas implicadas perdió algún miembro de su familia el 4 de agosto, y que ninguno tenía casas cerca del puerto, aunque el área es una de las principales de bienes raíces en Beirut.

Ahora, El Khoury tiene poca esperanza en que la investigación local tenga resultados.

“Le hemos dado suficientes oportunidades al sistema libanés, es obvio que no está funcionando. No puede. Hay conflictos de interés. Hay grandes grietas en nuestro sistema de justicia… Necesitamos una intervención internacional. Esto es un crimen contra los derechos humanos”, dijo.

Majzoub de Human Rights Watch estuvo de acuerdo.

“No tenemos fe en que el sistema de justicia libanés vaya a investigar de manera fiable, imparcial, independiente y transparente la explosión en Beirut, y de una manera que sea lo suficientemente rápida para las familias de las víctimas”, declaró.

“Hemos dejado que se lleve a cabo la investigación libanesa”, añadió Majzoub. “Ahí no parece haber un claro camino hacia delante”.

Sanciones y resoluciones

Sarah Copland le estaba dando la cena a su hijo Isaac, de dos años, sentado en una silla alta, cuando ocurrió la explosión, convirtiéndolo en un “blanco fácil” para un fragmento de vidrio que atravesó su pequeño pecho.

Copland hace parte de las familias que le están pidiendo a Human Rights Council una resolución para establecer una misión internacional que investigue los hechos y que pueda llevarse a cabo de manera paralela a la investigación libanesa.

También le gustaría que haya sanciones individuales para las personas responsables. “Muchas de estas personas prosperan con el dinero y el poder. Darles donde les duele sería una forma de responsabilidad individual”.

Pero aparte de las sanciones y resoluciones, quiere que Isaac, la más joven de las víctimas de la explosión, sea recordado como el “extraordinario” niño que era.

“Era un niño tan especial, estaba destinado a grandes cosas y pensar que se lo perderá me mata todos los días”.

Copland, quien habló con France 24 desde su casa en Australia, también expresó preocupación sobre el hecho de que la comunidad internacional haya estado tan consumida con el Covid-19 que ha olvidado la atrocidad en Beirut.

“Volaron una ciudad”, dijo con reservada indignación. “Volaron una ciudad. La comunidad internacional simplemente no puede dejar que esto ocurra y seguir adelante como si no fuera nada”.

Majzoub, de Human Rights Watch, ve atisbos de esperanza para una resolución de Human Rights Council. Sin embargo, previene que habrá una “ardua batalla” para encontrar un país que lidere una resolución, más que simplemente apoyarla.

“Hay una prevalencia muy grande para este paso adelante. Si hay una investigación internacional, será muy difícil que el Líbano le niegue el acceso”, declaró. “Pero fundamentalmente, la investigación puede desarrollarse sin el consentimiento del Líbano”.

“Ya hay mucha evidencia allá afuera”, continuó Majzoub. “Las personas ya han hecho declaraciones echándose la culpa unos a otros. Todo el mundo quiere asegurarse que ha dado su versión de la historia. Imagínense cómo sería con un cuerpo de las Naciones Unidas… de repente todo el mundo quiere hablar”.

Para quienes perdieron a sus hijos, a sus parientes, a sus padres y a otros miembros de su familia en la explosión que sacudió el corazón de Beirut, no puede haber una justicia real.

“Nunca nada de lo que pienso se siente suficiente”, dijo Copland con suavidad. Pero le gustaría ver más apoyo para las víctimas del Líbano y para que se reforme la “corrupción sistémica” del país, para que las personas de Beirut puedan estar “a salvo sabiendo que esto nunca volverá a pasar”.

Para otros, la búsqueda por algún tipo de justicia es lo único que los mantiene.

“Hemos perdido nuestra esperanza y nuestra vida, estamos viviendo solo por este caso”, dijo el Khoury. “Lo seguiremos hasta el último día de nuestras vidas”.

 

Este artículo fue adaptado de su original en inglés

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