La producción de opiáceos, un impulso económico para Afganistán

En esta fotografía de archivo del 10 de mayo de 2013, los agricultores afganos recolectan opio crudo mientras trabajan en un campo de amapolas en el distrito de Khogyani de Jalalabad, al este de Kabul, Afganistán.
En esta fotografía de archivo del 10 de mayo de 2013, los agricultores afganos recolectan opio crudo mientras trabajan en un campo de amapolas en el distrito de Khogyani de Jalalabad, al este de Kabul, Afganistán. © Rahmat Gul /AP

La creciente crisis económica y humanitaria tras el retiro de las misiones diplomáticas en Afganistán, dejará a muchos afganos amparados en la producción de narcóticos para sobrevivir. La Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito aseguró que ese país controla más del 80% del suministro mundial de opio.

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Durante 15 años Estados Unidos gastó más de 8.000 millones de dólares en esfuerzos para limitar al grupo Talibán de las ganancias obtenidas del comercio de opio y heroína en Afganistán. La erradicación de la amapola, ataques aéreos y redadas en laboratorios clandestinos no controlaron el comercio ilícito.

La Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito afirmó que los talibanes ganaron más de 400 millones de dólares entre 2018 y 2019 por el tráfico de drogas, un rubro que representa hasta el 60% de los ingresos anuales del grupo que recién tomó el poder total del país. Incluso, los informes revelan que durante la crisis generada por la pandemia del Covid-19, el cultivo de amapola se disparó un 37% el año pasado.

Tan solo en 2019, la economía del opio generó entre US$1.200 y US$2.100 millones de dólares anuales, en contraste con los US$500 millones al año que Estados Unidos brindaba en ayuda humanitaria y se convirtió rápidamente en una alternativa de empleo para cientos de afganos: 120.000 plazas de trabajo se crearon en los campos de amapolas, reveló el informe.

Los organismos internacionales y Estados Unidos se muestran preocupados de que el caos tras el fin de la guerra propicie condiciones para una producción de opiáceos ilícitos aún mayor, con el amparo de los talibanes. "Los talibanes han contado con el comercio de opio afgano como una de sus principales fuentes de ingresos", aseguró César Gudes, jefe de la oficina de Kabul de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito.

Gudes añadió que el caos vivido desde el 15 de agosto en Afganistán es ideal para expandir este negocio. "Estos son los mejores momentos en los que estos grupos ilícitos tienden a posicionarse", agregó. Los agricultores afganos aprovechan los momentos de sequías y escasez de trigo para cultivar amapola y extraer goma de opio que se refina en morfina y heroína. Durante los últimos años, muchos han instalado paneles solares para alimentar pozos de agua profunda.

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Estados Unidos asegura que los talibanes están involucrados en todas las facetas del negocio: desde la siembra de amapola, extracción de opio y el tráfico, así como la exigencia de "impuestos" a los cultivadores y laboratorios de drogas. Adicionalmente generan ingresos por el cobro de tarifas a los contrabandistas que circulan por sus controles con destino a África, Europa, Canadá, Rusia, Medio Oriente y partes de Asia.

Con Reuters

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